La mayor parte de mi vida la malgasté en creer que la inspiración es la fuerza para que las historias fluyeran.

Buscaba una servilleta para escribir una idea o un verso. Otras corrían por el oído y después en silencio se marchaban.

Algunos ideas se quedaron y los más escaparon o se convirtieron en olvido.

Las que rescaté me propuse a darles forma. El trabajo más exigente es el que te pide paciencia. Tallar y tallar hasta que las palabras se prenden.

Te enamoras del sonido, de la música, de la frase, del olor que despiden. Y al leerlas miras asombrado como serpean, como cantan.

Tallar es afilar la paciencia, aprender que el tiempo es parte del saber esperar.
Soy un hacedor imperfecto que intenta.

Dos

Camino sobre el principio del gran final. Me siento a la vera y reflexiono, que lo mejor aún está dentro. Abro ventanas y azuzo a mis pensamientos para que vuelen como libélulas y tengan oportunidad de ser.

He vivido entre las páginas de mis libros. "mis ojos ardían y las letras se escabullían, pero tercos iban tras: El idiota, Pedro Páramo, Edgard Allan, Horacio Quiroga, Turgueniev, Chejov, Maupassant. Arreola, Borges...Cortazar, Monterroso...García Marquez"

Encontré mi camino al lado de la palabra. Ella vive como otro corazón que late debajo de mi piel. Me hace dibujarla, lanzarla al espacio como trapecista y al mirarla me embelesa como el mar, como el cielo, como Dios.




PALABRAS INTIMAS DE UNA AMIGA QUE NO OLVIDO.
Él sabe que no es fácil cultivar el árbol de Jacarandá, pero insiste en su gusto azulino, a veces el celeste le carcome los ojos de tanto admirar, pero ahí están sus manos palpando en silencio, el placer de la belleza. Todas las mañanas trabaja pacientemente el crecimiento de su obra, cuida sus hojas y recoge del camino las semillas que con paciencia día a día va sembrando. No, claro que no es fácil su tarea, pero como maestro siempre recuerda su misión; revolucionar la naturaleza verde sembrando su sendero de azules y violetas.