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El sudor de la yegua encharca la corva de mis piernas. Al pasar por un macizo
la silla resbala hacia el vientre de la hembra. ¡Cómo cambia todo! El cielo está en mis pies y el abismo en mis ojos. ¡No se mueva! ¡no se mueva!¡Aguante, aguante...! ¡Ya vamos!
—¡Agarra la pinche yegua!
—¡Cuida que no resbale!
—¡Putas madres! Si nos quedamos sin médico:
—¡Quién chingaos nos va a curar!
—ey ...ey... tú pendejo,
—Amárrale las patas, qué no se vaya a caer,porque pueblo se queda sin matasanos. Y todavía no lo probamos ¡Tanto trabajo que nos costó convencerlo!
—Denle un vaso de caña para el susto, y otro para que le vuelva la sangre...
No se preocupe doctor: ya verá que en el camino y en la vida;
siempre hay yeguas mañosas.
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Texto agregado el 19-05-2017, y leído por 272
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