Dice Don Romero Mallea

…Se dice que hubo gente que lo vio tocando en grupos de música contemporánea que por su características erráticas han perdido hasta el nombre, también se cree que ha escrito varias obras pero nadie puede asegurar nada… no soy un detective, y no me interesa conocer el pasado de nadie, mi relato es simplemente obra de la asar, mi amante favorita.

Yo conocí a Pablo Siroti en dos etapas de mi vida. En si nunca lo conocí, digamos que lo ví. La primera vez fue de niño cuando vivía en un conventillo en La Boca rodeado de travestís y brujos, lo acompañe esa vez hasta su casa, si es que se lo puede llamar así, desde el hipódromo de Palermo donde su tío lo dejaba para ir a jugar, me vendió La Rosa el diario del turf y aunque nunca me interesaron los caballos le compre un ejemplar. Yo venia de visitar a la familia de la calle Humboldt, esa de los velorios, siempre aportaban algún dato para mi pasatiempo y en mi afán de aficionado a lo insólito me encontré enternecido por esa figura delgada que me ofrecía un ejemplar mojado, digamos que por aquella época no era común ver lo que ahora parece de lo más normal. Su charla en el taxi fue encantadora, aunque no recuerdo una palabra. Luego, ya viejo pase por aquel lugar desolado de chapa y madera y lo encontré en la puerta, no creo en las casualidades. ¿Que hacia yo ahí? Mi memoria ha dejado de existir para esas cosas. Él al verme me reconoció, de hecho me recordó aquel día en el taxi, su primer viaje en auto, supongo que para un niño es importante. Me hizo esperar en la puerta, yo fui cortes durante siete minutos luego salí caminando creyendo ser víctima de una broma, a las dos cuadras me alcanzo y sin decir esta boca es mía me dio una bolsa llena de papeles, - usted sabrá que hacer con ellos -me dijo-. La verdad es que se ha equivocado, siempre me dedique a los números, es decir a jugar a la lotería y a arreglar radios, que carajo se supone que haga con un montón de escritos. Los guarde albergando esperanzas de riqueza futura, nunca llegó la futura. Enojado los tiré a la basura un día que borracho tropecé con un par de botas viejas y al tratar de agarrarme de una madera tiré la estantería en cuyo extremo más alto estaban guardados estos recuerdos de otro. Al otro día aparecieron en la puerta de casa, había agregado dos cajas más de papeles que aun no he revisado, de hecho son quince las cajas, pues en los primeros tiempos me empaque y quise deshacerme de las pútridas hojas, pero volvían y se multiplicaban como las pestes. Me plante en quince por cábala, ese día le jugué a la niña bonita y salio, desde ese momento estoy repuntando económicamente, encuentro en los textos algo, un numero, un significado, un símbolo, y ni bien lo juego gano. Ahora los estoy publicando en este medio ya que siempre pensé que la suerte hay que compartirla si es que eso existe y sin querer me he vuelto el biógrafo de este personaje que no conozco en absoluto…