Inicio / Cuenteros Locales / Enrique Padilla (cheka) - [U:cheka]
Huerfano temprano rebelde curado entre guerras y guerritas, bancos, y guarros, piedras y molotovs, letras en el pasillo de humanidades y fotografìas de a rato en tierra de nadie...
Rojo en la sangre y en el hueso... comunista... lector, escritor, guionista, fotògrafo... productor independiente... prendido de marios, de jorges y cortazares... prendido de libre arce de arlensiu y de magdalena... salut por los vivos, salut por los muertos... prendido mas que prendido de izquierdosas y andreas y letras A y de ojos A clavados de pecho... colores y olores, sabores y moradas; sendentario a veces nomada... combatiente internacionalista...
Mi escritor favorito:
BENEDETTI...
Un texto: Cualquiera.
Mi local:Cuando los bares llegan a seu estado maximo de caducacion entonces los cafes vuelven por mas. mas amor, mas palbra , mas corazon
Ella mi musa: Ella...
De ella miles de Ella todo, de ella por Ella y para Ella; ay dios mio. (Y eso que soy ateo) mis vidas por Ella.
De totuma a pelo pincho (de Tacupai a Billy Punk) - De totuma a pelo pincho (de Tacupai a Billy Punk)
Mañana cumplo 9 años, es temprano, como las 10 de la mañana, anoche me acosté temprano también, como a las 12 de la noche. Quito la sábana de mi rostro, abro los ojos y veo los cohetes dibujados en la tela y el copete en forma de carro fórmula uno de la cama que a mi mamá le costó tanto esfuerzo comprar hace ya unos años. Miro al techo y el móvil de payasos se sigue riendo de mí. Hoy será un día diferente, vaya que si.
Salto de la cama seguro de mi mismo, y caigo de platanazo porque ya me cuesta medir la altura de esta cama de “enanos”. Eso no me detiene, me paro frente al lavamanos y miro con desdén el banquito de madera donde se supone me debo subir, lo pateo y alargo el brazo para alcanzar la pasta dental. “¡Yes!”. Me miro al espejo, mi tez morena contrasta con mi cabello lacio, negrísimo como el azabache, en un gesto casi automático aparto el flequillo de mis ojos. Las chicas aman mi cabello estilo “totuma”, pero esas mocosas no saben nada de estilo. Los chicos me llaman Tacupai, por el parecido que me da el cabello con los indios Yanomami. Hoy es día de cortarse el pelo.
Ya en la cocina, mamá dice “Bebé, sabes que hoy te llevaré a cortarte el cabello, solo las puntitas”. Me mira con cariño, y al instante surge su cara de enojo. “Bebé ¿cuántas veces te he dicho que el flequillo es para usarlo en la frente y no hacia los lados?”. Amarro la cara, y coloco la boca de frustración número treinta y tres, la más parecida a un cañón de pistolita de agua que conozco. Refunfuño entre dientes y digo “No quiero comer”.
Ya en la camioneta, camino al centro comercial, veo a los chicos malos pasearse en patineta por la calle. Miran hacia el carro y ahí estoy yo con la cara dando al vidrio como perrito faldero que sacan a pasear. Los chicos malos me hacen una seña con la mano, y no de saludo precisamente. En la radio suena una canción ochentosa, odio esa estación que escucha mamá, en mi cabeza la rapeo y le agrego algo de hip-hop. Media sonrisa se me escapa. El plan es perfecto.
Isabel, la peluquera, me espera con la misma cara de siempre, y me sienta en el sillón que simula un asiento de carrusel, con su cabeza de caballo entre las piernas. “Ya no cabes aquí corazón” - dice Isabel, y la amé por eso. Mi mamá no se separa de mí, y aunque eso me incomoda, esta vez no será la causa para que se cumpla mi gran deseo de cumpleaños. Miro a Isabel con una sonrisa pendenciera, miro a mamá por el rabillo del ojo. Dejo salir lo que tanto he anhelado desde que tengo uso de razón, lo que hará que mi vida cambie por completo, lo que me hará un verdadero hombre: “Isabel, quiero que me pases la máquina y me dejes el pelo pincho, al estilo punk”. El tiempo se detuvo en ese instante, mamá abrió la boca kilométricamente, Isabel me sonrió, como siempre.
Mientras veía caer el cabello sobre la capa iba aumentando mi sonrisa; mamá lloraba y vociferaba que había perdido a su niño, Isabel me veía con cara de satisfacción. Poco a poco pase de ser Tacupai a ser Billy Punk, con gelatina en el cabello los pinchos apuntaban al cielo y mi ego al firmamento. Salté del sillón de caballito y me despedí de él hasta siempre, me quité la correa ajustada y dejé caer mis pantalones a las caderas, sacando la camisa y aligerando el paso.
Ahora a las chicas les gusta más mi cabello, dejé la pinta de “niño de mamá” y soy popular en el colegio. Mañana soplaré la vela y pediré el deseo para el próximo año: que no me duela el pinchazo cuando me coloque el arete el artista del boulevard.
Este pana me fascina con sus textos tan reales...
Se parece tanto a mi...
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