Una biografía al estilo clásico.


Nací en Madrid en el otoño de 1958. Soy el mayor de tres hermanos y mi infancia fue más o menos normal y a pesar de pasar algunos apuros económicos, como todos, mi madre consiguió, como todas, que en casa no se notaran demasiado las estrecheces.
Abandoné, entre grandes broncas familiares, los estudios a los 17 años. Los abandono de manera oficial porque de forma oficiosa habían sido abandonados muchos años antes y eso suponiendo que los hubiera tomado alguna vez. Mi hermana y mi hermano se encaminaban hacia el final de unas brillantes carreras adelantándome inmisericordes mientras que yo me dedicaba a trastear en el mundo del trabajo, de los viajes y del amor. Fracaso en la primera de las tres anteriores al no encontrar un puesto que reconociera mi “gran valía personal”. Intento varios trabajos de manera siempre eventual: descargo sacos, vendo pisos o corbatas en época de rebajas y muchos otros intentos siempre baldíos en el terreno laboral. Mientras tanto la situación económica de mi casa se había normalizado y mi padre me manda varios veranos a estudiar, como niño de familia bien, al Reino Unido. Aprendí a chapurrear un inglés con un acento que a mi mismo me parece deleznable. Esto inicia mi etapa viajera. Cruzo el océano con la intención de hacerme un hombre a la vez que hacía “las américas”. No se si llegué a hacerme un hombre pero en cualquier caso las américas ya estaban hechas antes de llegar yo y hube de volver casi dos años después con los bolsillos tan vacíos como cuando salí de España. Mientras tanto mis intentos en el mundo del amor habían dado fruto. El fruto hoy se llama Patricia y tiene casi 27 años. Este fruto tuvo una réplica, mi hija Celia de 24. De mí, por otra parte, apresurado matrimonio, nada que decir. Se deshizo y punto.
En 1985 decido retomar mis estudios. Ingreso en la Universidad por la vía del acceso para mayores de 25 años. Inicio la carrera de veterinaria que simultaneo con trabajos más o menos estables. En tercer curso la vida me cambió considerablemente: Retinosis pigmentaria fue el diagnóstico, una enfermedad que es una de las primeras causas de ceguera en el mundo. Logré terminar la carrera en 1994 e incluso llegué a ejercerla durante cuatro años pero la enfermedad seguía su curso y tuve que traspasar la clínica que había logrado montar en el madrileño barrio de Tetuán. He de reconocer que no me ha costado demasiado adaptarme a mi nueva vida. Gran parte de este mérito, de haberlo, se lo debo a Teresa esposa y paciente secretaria que me está ayudando, entre grandes discusiones, en la edición y corrección de mis escritos. Afortunadamente mi horario laboral me permite continuar en mis escarceos con la narrativa corta. Inicié estos pinitos literarios ya en la Facultad colaborando con mis cuentos y artículos en la “Garceta de Veterinaria”. He participado con regular fortuna en certámenes literarios habiendo logrado un par de premios menores.
Mi llegada a esta página se produjo tras una fuerte bronca en otra web de Internet. ¿El motivo? Uno de los integrantes de la otra lista escribió y envió un relato que incluía todo un párrafo, puntos y comas incluidos, de un cuento que había enviado yo hace unos años. No es necesario decir que odio el plagio y si el sujeto causante de mi enfado se hubiera limitado a disculparse, nada habría pasado y ahora no estarías leyendo esta historia. Pero no fue así y el insurrecto envió un correo explicando que no había leído mi cuento y que todo era producto de la casualidad y mi intransigencia. En fin que, aunque en el otro foro tengo buenos amigos, enviar mis relatos a que los fusilen no me parece lo más adecuado. Es evidente que chorizos hay en todas partes y desconozco la filosofía de los moderadores en esta lista. Espero que sea más rígida que los de la otra.
Para los curiosos que se preguntan cómo es posible que un ciego acceda a una lista de este tipo, os cuento. Mi ordenador está provisto de un programa de síntesis de voz capaz de leer todo, casi, lo que aparece en mi pantalla si la web es medianamente accesible. En este caso, lo es y, desde aquí, mi felicitación al propietario de la página. Desafortunadamente esta voz sintética que es muy útil para leer documentos, cuentos o relatos, carece de una buena entonación y ritmo para el tema poético. Por eso, si no leo vuestros poemas o si no entro en el chat, cosa que me gustaría, disculpadme. No es por falta de ganas.
En fin, que espero disfrutes con mis relatos, que les pongas muchas estrellas y que mandes tus críticas más sinceras. Pero recuerda… Si alguno no te gusta, prefiero que mientas.
Poirot.