Soy un Ángel sobre la tierra que busca el amor entre los hombres. Bajé del cielo hace tiempo y he encontrado que entre ustedes todo lo que hay es muerte, agonía y dolor. Entonces volví mi rostro y alas al cielo y le pregunté a Dios: Padre ¿Por qué permites que entre los hombres el dolor cunda de forma tan terrible y miserable?. Y Dios padre me ha dicho: ¡No debes preguntar nada que amerite respuesta de mi parte! ¡Yo soy la verdad y la vida y eso es todo lo que debes saber!. Fui entonces un desobediente, pues, aún sin entender, volví sobre mis dudas: Pero ¿La verdad y la vida son también silencio? ¿Por qué tu silencio?. Y Dios nunca me respondió, sólo dio la vuelta y se fue, no sin antes decirme: Tu duda será tu perdición.
Desilusionado de semejante crueldad, bajé de nuevo a la Tierra, a buscar alguna esperanza entre ustedes y allí la he encontrado. Me hice pasar por un hombre corriente un día y entre ustedes una vez conocí a alguien que me ha dicho una palabra que no pude comprender en un primer instante. Me dijo: yo soy ateo. Y allí, cuando esa persona me explicó lo que esa palabra significaba, comprendí la gran fortuna que ustedes tienen. Muchos creen en Dios, muchos confían en su existencia, muchos tienen fe, pero ninguno está seguro y, por eso, apoyados en cualquier argumento, pueden, si quieren y si son valientes, pensar que en realidad no existe. ¡Cómo quisiera tener yo esa posibilidad! Mas no es posible para mí, pues yo Lo he visto y se que si existe, pero me gustaría no estar tan seguro. A pesar de eso, ando por allí, diciendo que no creo en Él, que soy un ángel, pero que soy ateo. Quizá, con los siglos, olvide como es Él y pueda, finalmente, ser un Ángel Ateo de verdad.
Si para mí mis dudas son mi perdición, para ustedes son su salvación.