Soy una mujer feliz a la que le gusta escribir por placer.
Me gusta el mar, la madrugada, la ternura y el chocolate, el agua mineral helada, la carne, los mariscos, las pastas y las ensaladas, caminar descalza, cocinar para los amigos, mis perros Milo y Olivia, el azul, la infancia, la lluvia y tormentas, las ventanas grandes, el olor a brea, la madera, acampar, manejar por la costa...... me gusta todo......




EL BARRIL
Desembarcó en el viejo muelle, olor a viejos palos podridos, mordidos por el agua salada, anciana de antaño que remojaba los pilotes sumergidos. Ella lo miraba desde su lugar. El barril. Sentada con las piernas recogidas, con su falda turquesa y su cascabel en el tobillo. El la reconoció. La miró y ella bajó la mirada, escondiéndose en sus sueños. Cerró los ojos y allí estab
a él. Cada noche aparecía igua
l, en el viejo muelle, dentro de los sueños de ella.
El, cansado, se agachó a recoger su morral. Se lo lanzó a la espalda y caminó hacia el desembarcadero.
Ella abrió los ojos para verlo pasar.
El se detuvo junto a ella, no quiso mirarla. Con la mirada al frente, sin voltear le preguntó:
-¿eres tú?
-soy....dijo ella
-¿vienes conmigo?
-voy......
bajó de un brinco desde su barril, se ató el cabello con una cinta, tomó su bolso de tela floreada y caminó junto a él.
Ella miraba la luna, era una lámpara amarilla y curiosa, reflejaba su ternura en las quietas aguas saladas de ese mar que le trajo a su amado.
EL CASCABEL
Ella sabía cuando él llegaría y se alistaba frente al viejo espejo gastado.
Su melena empezaba a brillar con el fulgor de las estrellas que la noche colgaría en su techo.
Asomada en la ventana, cepillaba su cabello esperando ver aparecer en el horizonte las luces vagas del galeón de su amado.
Se perfumaba con aceites que él le había traído de sus anteriores viajes, sentada sobre la cama, subía la pierna delicadamente y ataba un cascabel en su tobillo.

Cuando la embarcación estaba entrando en la ensenada, ella bajaba, caminaba hasta el muelle y se sentaba en su barril para esperarlo. Serena, contenta, enamorada bajo la luna completa.
LA LLEGADA

Con las piernas cruzadas sobre el barril, jugaba con su cascabel, lo hacía sonar, sonreía, disfrutaba.

Ya cercanas, las luces del barco, empezaban a derretir las aguas, penetrando en ellas y tomando su sal para poder llegar hasta el muelle de la amada.

El pensaba en ella y ella dejaba volar sus pensamientos, que se encontraban con los de él en el cielo de la noche. Algunas estrellas les guiaban hacia el perfecto encuentro............algunas celosas titilaban intermitentes para perderlos del camino.

Sobre el barril, ella jugaba con la falda turquesa, se la enrollaba sobre los muslos bronceados y se acariciaba las rodillas imitando las caricias de su amado.

Empezaba el movimiento en el muelle, hombres corrían, cargaban cajas, recogían sogas gigantes y pesadas empapadas en agua salada. Un perro curioso se acercó al barril, la miró y ella le sonrió. El perro se acurrucó a su lado y se quedó junto a ella.
El barco arribó y se escucharon los gritos de los marineros preparando la anclada de la nave en el muelle. Ella sonrió, él ya estaba allí.



QUISIERA VERTE Y TOCARTE.