Nací en Buenos Aires, en el barrio de Barracas, en el seno de una típica familia porteña de clase media, durante una de las últimas tardes del invierno de 1.969
Soy un curioso y agradecido lector y un tímido e intermitente escritor (escribo para mí, para atenuar el paso del tiempo y para conjurar alguna que otra desdicha).
Me gustan las puestas de sol, los amaneceres, el aroma del té, los mapas, la vida reposada y serena, los viejos bares con olor a café, el mar,… Amo intensamente a la Ciudad de Mar del Plata y Buenos Aires me es absolutamente indiferente. Quiero a ciudades en las que jamás estuve y no sé si me gustaría ir.
Prefiero la simpleza de la noche al populoso día, la melancólica belleza del otoño a la prefabricada alegría de la primavera, la intimidad del invierno a las sofocantes muchedumbres del verano, la búsqueda del orden al orden en sí mismo, la música que transmite sentimientos a la que transmite energía y vacío.
Fumo más de lo que debería, el alcohol me da sueño, el vino no me gusta y preparo pésimos mates que insisto tomar cada día de mi vida. Me como las uñas con furor, suelo andar mal afeitado, algo despeinado y como ausente. No visto a la moda, no uso camisas, ni zapatillas, ni lana y comprar ropa me resulta una tortura que intento evitar. La televisión me aburre soberanamente, el cine argentino me da tristeza, el campo me produce ganas de irme, la vida de playa no me agrada y la arena me es una sutil y persistente incomodidad como los insectos, le escapo al sol como a una peste y no me gusta olvidar.
No creo que la pobreza engendre virtudes, ni la riqueza defectos (el dinero no cambia a la gente, solo le permite mostrarse tal cual es). La psicología es una mitología moderna de la cual soy ajeno. No sé si creo en todos los dioses, en uno o en ninguno y poco me importa. Suelo arrepentirme de no haberme arrepentido antes e ir a lugares para descubrir porqué voy.
Mar del Plata es mi Jerusalén y yo ya encontré a mi Mesías. Soy simpatizante del Club Atlético Aldosivi en fútbol y de Peñarol en básquet. Nadie logrará convencerme jamás que hay algo mejor que un alfajor Havanna comprado en Mar del Plata y disfrutado frente al mar, que los fideos Don Vicente son solo superados por los que amasa mi mamá y que quien no viajó en Tony Tur se perdió de viajar a la grande.
Soy una persona de convicciones firmes y, quizás, algo extremista. Desconfío de todo lo que escucho por televisión o radio. Nunca repito una idea sin pensarla antes, puedo equivocarme, por supuesto; pero prefiero una estupidez propia a repetir una ajena.
A esta inconexa mezcla de características me gustaría agregar solo una cosa más: Si quieren encontrarme búsquenme siempre en el lado de la sombra.

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