Inicio / Cuenteros Locales / Max Power Apenitas Llego (pato-guacalas) - [U:pato-guacalas]
Nací a las 2 de la madrugada un día sin mucho frío, pero sí mucho ajetreo en casa, según recuerdo decían las palabras de mi madre; sin fanfarrias, sin alegría, así, simplemente, como un asunto reglamentario dice que nací.
Después viví aterrorizado por el mundo pero más mi familia, lo que no estaría tan mal y me habría ayudado mucho de no ser por la imposición de las enseñanzas religiosas, que chirriantemente tratarían de inculcarme.
Después iría a la escuela donde poco a poco le tomaría sabor a las cosas. (Las importantes). Pues encontraría los materiales para edificar lo que después con un poco de esfuerzo sería mi vida. Sin embargo, antes, ocurrirían otras cosas; cosas que paralelamente marcarían mi vida y con ello el giro que ésta daría.
La muerte de cientos de pajarillos una mañana al salir de casa sintetiza un 90% lo que trato decir. Pues los mil y un demonios que les dieron muerte casi igual acaban conmigo, sólo que en otra forma. Sin embargo las secuelas de este enfrentamiento aquí están, pueden verse aún hoy día, en cada una de las actividades que realizo, y narrar es una de ellas.
Yo no escribo. No soy escritor. Exhibo simplemente. Disparo. Escupo lo que veo o lo que siento, sin adornos, frío, tal cual.
Esta forma de decir es sólo una muestra de esa lucha que digo. Porque vivo como escribo y escribo como vivo. No hay división.
Luego sucedió otra cosa: los conocí. Me enteré de esta página y tuve un impulso. Algo debía suceder y sucedería. Por ello mi presencia aquí. Compartiendo el mismo gusto.
Esa malhadada afición torpedera de decir las cosas como a bazucasos; digo torpedera porque las palabras me son como detonaciones, donde el lector es el blanco, en un intento de cimbrarlo y donde la herida hecha le sea imposible de curar. (Si de torturar se trata, torturo lentamente, con ritmo y esmerándome al máximo).
Un texto, pienso, requiere honestidad a toda prueba; y armonía a todos niveles; sólo así puede desplegar ese brillo tan particular que identifica a unos de otros. Pues brillar es el sueño. Y alcanzar este punto es la meta.
Sin embargo no me lo tomo muy en serio y lo mejor sería decir que compartir es lo ideal; extender a ese que es uno sobre la mesa y seccionarlo escrupulosamente en sus puntos más álgidos, para después, ya muy mansito, exhibirlo y el que quiera que tome lo que quiera y el que no, no; y si alguien se indigesta, pues que corrija, pues qué mejor. Amo esa parte.
En fin. Mi nombre es Pascual y espero todo este bien por allá, que nadie se quede sin su merienda y la paz les rodee, que tanto bien hace a todos pero más a los que escriben.
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