MI INFANCIA

Mis recuerdos o vivencias llegan en blanco y negro; o mejor aún, en sepia. Este manido recurso del sepia resulta utilísimo cuando uno trata de explicar los planos desdibujados, los perfiles incoherentes, los olores alborotadores y los lindos vestidos que mamá me ponía y que hoy por hoy, no logro rescatar con nitidez y fuerzas necesarias; así actúa el sepia en mi corazón, como chispazos grabados en mi mente, reforzados por fotografías familiares y la correspondencia que mantuve con mis padres, la cual guardo como un tesoro y que sumados a mi voraz imaginación completan el cuadro de mis imágenes de vida, quizás algunas de ellas equivocadas o magnificadas, pero son mis vivencias. ¿Hasta que punto la fantasía marca nuestros actos y conducta ante los que nos rodean? Es una pregunta quizás sin respuesta, donde se mezclan la realidad, con lo escuchado, la fértil imaginación y los sueños. Pero lo relatado a continuación tiene el valor de ser mi verdad infantil.

Carmen y Severiano fueron mis padres.

Villalba de la Sierra el pueblo en que nací. Lo recuerdo con cariño…

Recuerdo sobre todo los domingos, que papá por las mañanas me llevaba al campo, de Él aprendí amar y respetar a la naturaleza. Mamá nos preparaba ricos bocadillos que en el bosque nos sabían a gloria. En esos paseos, dependiendo la época del año ya me daba mis primeras lecciones como si fueran juegos-el fue mi mejor maestro-, en Primavera me enseñaba a distinguir las plantas aromáticas, el romero, tomillo, mejorana y resto de plantas que inundaban los bosques y que en el día de hoy me sigue gustando oler y contemplar. También cogiamos espárragos de nuez y collejas que al llegar a casa mamá preparaba y estaban muy ricos. En Verano me solía llevar debajo del puente del Salto y nos metíamos en el rió y levantábamos piedras debajo de las cuales aparecían cangrejos que metíamos en una nasa y se los llevábamos a mamá. En Otoño mi estación favorita recogíamos hongos y setas en una cesta y como siempre para que mamá las preparara y nos chuparamos los dedos. En invierno cuando se aproximaba la Navidad recogíamos musgo para el Belén. Pero fuera la época que fuera al llegar a casa mamá siempre nos tenía además de una rica comida algún postre especial de los que ella sabia hacer. Luego entre risas le contábamos a mamá todo lo que habíamos hecho.

También recuerdo Los Reyes Magos, que papá hacia que fueran mágicos, el subía con tiempo a Cuenca a comprarme los juguetes que guardaban en casa de mi padrino y el cinco de enero por la tarde yo ponía mis zapatitos en la ventana del salón y en un piano grande que teníamos colocaba unas botellas de coñac y anís, para que los reyes entraran en calor, decía papá y por la noche mientras mis papás y yo estábamos en la salita esperando los Reyes, en el salón se oía un gran ruido, ya están aquí decía papá, ahora hay que esperar a que se marchen, después de un rato de silencio total y llenos de emoción entrábamos en el salón y que maravilla el piano estaba lleno de muñecas y juguetes. ¡Cuanta felicidad, cuanto amor me han dado mis padres¡ Al venirnos a vivir a Cuenca yo tenia 10 años, descubrí que los Reyes Magos eran los padres y que los que dejaban los juguetes eran mi hermano y sus amigos.

Dicen que papá desde muy chiquitina, cada noche me contaba un cuento inventado por él y si de algo me quiero recordar, recuerdo que el personaje principal se llamaba el tío Pijorro y todos esos cuentos tenían su moraleja.

Otro de mis recuerdos es, en tardes lluviosas, los tres juntos y en silencio, cada uno con un libro. Mi afición por los libros todavía la tengo, me dan las cuatro de la madrugada diariamente leyendo.

Son tantos los recuerdos y tan bellos que no acabaría nunca, dejémoslos en mi corazón, solo os diré que de papá aprendí la magia de la vida, a soñar… y de mamá a tener los pies sobre la tierra, a ser realista… Los dos me enseñaron a discernir entre el bien y el mar, a ser responsable de mis actos, amar y respetar, no por medio del castigo o imposiciones si no con razonamientos. Me enseñaron a creer en un Dios de amor.

Aurelia Martín

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