Tengo en mi interior a un amigo al que quiero mucho y éste, es un adolescente que escribía y escribía y nunca tuvo una persona que lo guiara. Me recordé de él, me fui a su baúl y encontré entre los papeles ocres, sus poesías , sus prosas y me dije: voy a ayudarle y así en la fugacidad de la vida nos sentamos en las noches y poco a poco hemos ido dándole brillo a sus textos. Él dice que no son gran cosa, y yo estoy de acuerdo, pero seguramente si hubiese tenido una mano amiga, es posible que estas piezas se hubiesen trasformado en collares de obsidiana.
Los trabajos son de un adolescente que cuando estaba cansado de los estudios, buscaba la hoja blanca y dejaba garrapateadas algunas líneas. Hoy lo que leen, son sus poesías, sus prosas, más elaboradas, pero respetando la emoción de aquel joven que soñaba con ser poeta.