¡Son casi las seis!....¿vendrá hoy, como siempre?
Pensaba el joven, acercándose a la ventana.

¡Sí ahí está! Ella; la angelical mujer de todas las tardes.
¡Hermosa!, dijo para si mismo, Al tiempo que observaba el paso de las dos mujeres. Una; joven erguida, segura, firme. La otra; de caminar inseguro y los años de mundo.

Se dirigían a la iglesia de la Inmaculada, en donde escucharía misa y luego regresarían lentamente por el jardín municipal.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la primera vez que vio a la joven mujer?

Nunca podría olvidar esa primera vez, cuando llamó su atención la gracia al caminar y no pudo quitar la vista de ella, hasta que desapareció en las escalinatas, tampoco olvidar las veces qué pensaba como comunicarse con ella, como decirte lo que inundaba su ser.

Quien dijera “ el amor no duele” no tenía idea del sufrimiento sentido por él, cuando por medio de un emisario, le envió la carta escrita, con todas las pasiones y emociones despertadas en su corazón... y como ella, sin verla, se la daba a la anciana acompañante y juntas reían un poco y seguían su diario caminar.

Cuanta cobardía llenaba sus acciones, sería tal vez el temor al rechazo, pero no encontraba una manera de acercarse a tan bella dama.

Una tarde más, ¡pero hoy estaba decidido! ....hoy hablaría con ella, hoy le entregaría el ramo de hermosas violetas, color del vestido que ella llevaba la primera vez, que desde su ventana la percibiera.

Las manos sudaban, la pregunta nacía con angustia, ¡Como me mirara? ...¿mirar?...¿ de qué color serían sus ojos?....nunca reparó qué la lejanía de su balcón, hacia imposible saber el color de sus ojos.....bien...pocos minutos faltaban para las seis...

La tarde era apacible, el parque se veía concurrido, la luz del sol lentamente desaparecía.

Ahí llegaba su.... ¡bonita! ...pero hoy la acompañaba un niño que tomado de su mano, brincaba alegremente. La dulce anciana que su amada guiaba todos los atardeceres hacia la Iglesia, hoy no venia.....una lanza ardiente atravesó su ánimo, ¿sería su hijo?...Los pensamientos fueron interrumpidos drásticamente. Desde su mirador, sorprendido, vio como el niño se soltaba de la mano que lo tutelaba, y corría lleno de emoción, por una pelota que cruzara en su camino. Ella lo siguió angustiada, el niño cruzo la carretera.....¡venia un auto velozmente!...se oyó el espeluznante rechinido.... y el niño corría...nada le había pasado...su angustia hacia que su corazón, latiera con una gran desesperación...pero todo estaba bien...
El niño inmóvil a mitad de la calle....la gente se arremolinaba....pobre de su amada...se imaginaba el tremendo sobresalto que en ese momento padecía..pero el infante ¡estaba a salvo!
La gente se separo...el chofer del veloz automóvil algo gritaba....el niño permanecía quieto...¿donde estaba su amada? ...la respuesta fue cruel...ella yacía tirada enfrente del vehículo....no se movía.....

Sus ojos no podían creerlo.....ella ....¡ahí!......No pudo más...se dirigió hacia las escaleras.....

Mira que desgracia, comentaba entre sollozos una señora. La pobre no veía; Así qué no pudo evitar al automóvil.....Sí...le respondía su esposo con tono apenado...las desgracias no vienen solas...Miren que casi al mismo tiempo se rodara por la escalera, el joven de la posada....alguien dijo....¿El de la silla de ruedas? ...si contestó...bendito sea Dios...dijo una de las mujeres presentes ......

Ella levanto la vista... alguien la incorporaba......¿de quien era ese hermoso rostro que la veía angustiado?.....¿veía?..si ella ...¡no podía ver

Él detuvo su frenética carrera...y con mucho cuidado levanto a la dama que todas las tardes en punto de las seis, hacia la misa pasaba....¿Carrera?...Pero ¡él no caminaba!

¡Pobrecitos!..¡tan jóvenes!...continuaban los comentarios de los presentes en ese trágico momento.....

Pero ellos no los oían...caminaban calle abajo..tomados de la mano......

Ahora entiendo por que no leíste mi carta...le decía sonriendo...el mancebo qué hasta hacia unos momentos esclavizado estaba a la silla de ruedas.

No la leí en esos momentos..cierto....pero muchas noches mi abuela me la leía, en la complicidad de mi cuarto...y antes que el sueño me venciera...yo me preguntaba...¿sí era posible amar a alguien, por como escribía?...la respuesta eres tú...te ame sin conocerte....sabía que me veías...ignoraba donde estabas...pero todo mi ser anhelaba conocerte.

El detuvo el suave paso, con el qué caminaban...y viéndola a los ojos...descubrió..al fin el color de sus ojos....Eran del color de la madrugada, después de una noche apacible...eran como el color del agua, que un sediento en el desierto, por fin toma...era del color del aire que los recién nacidos por primera vez aspiraban.

¡No es justo!...¡la vida no es justa!....¡si ambos eran unos niños!.....seguían los comentarios.....¡tanto que les quedaba de vida!.....no tuvieron tiempo de ser felices...

Ellos ya no oyen ....ya no están ahí.....por que caminan lentamente, tomados dulcemente de la mano...hacia un lugar....que si guardas un poco de silencio...escucharas el latir, del corazón de Dios.