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BREVEDADES

Los secretos de mi noche en blanco

Quiero compartir contigo
los secretos de mi noche en blanco.
Mientras duermes,
dibujo a tientas el contorno de tu boca,
y se me aviva el deseo
como una hoguera ante un soplo de brisa,
y se me hierven las ganas, por morderte los sueños.



Ante el espejo

Ante el espejo
tu sombra y la mía
se persiguen...
con sus alas etéreas, dibujan por el aire
los abrazos sedientos,
los besos viajeros,
el mapa de las distancias,
el murmullo del océano compartido.
Tras el espejo,
nosotros,
únicos,
a solas...
eternamente nosotros.


El beso insomne

El beso insomne
se acurruca entre los labios
tiritando.
Reparador el dormir aquel
cuando el pájaro del sueño
llenaba de trinos las almohadas.

Del desamor.

Cuando el amor parte,
en la finca del corazón aparece un rótulo:
"Cerrado por derribo"
Vagabundos sin techo
duermen al raso.
Y en sus sueños, tan sólo en sus sueños,
vuelven a las alcobas
de alondras y ruiseñores.

Catarsis

Por qué será que la soledad
antes compañera, negó su abrigo
como amante en retirada.
Si la tristeza, si tan sólo la tristeza
permaneciese,
yo podría justificar este aullido
devorándome la boca del estómago.
En mi catarsis, creo haber despertado al hombre
que es lobo del hombre.
Y siento miedo.


Sentimientos.

Acudí a tus brazos
como pájaro ávido de ramas,
llovía mayo,
y temblaban las hojas
la emoción del viento.


La higuera.

Hoy recordé las hojas de la higuera
trepando hasta tu ventana.
Hoy recordé el color
de sus frutos en gangrena
como un presagio de muerte dulce.
¡Qué lejos las noches de junio
donde la vimos florecer
por vez primera!

Huir

Huir sí,
pero hacia dónde.
Al pasado no se descamina
más que con la memoria.
Al presente le crece vigorosa la maleza,
se alejaron las abejas asustadas por de humo.
Y en el futuro,
una nube tóxica de desesperanza
lo invade TODO
como una NADA inevitable.


La muchacha y el viento.

Acudían los pajarillos
a la turbación que en su falda causaba el viento.
Ávidos de pan, picoteaban sus muslos,
y era esta vez, de faldas y trinos el revuelo.


La edad de la inocencia

Siguió la pájara el posarse de su cría.
De rama en rama,
perdida ya la edad de la inocencia.

















Bibliografía:


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