Pues ahí estaba yo, sentado frente al televisor viendo pasar un sin fin de imágenes sin encontrarle sentido alguno.
La depresión se hacía cada vez más grande, solamente acompañado por un trago y un cigarrillo.
Pues ahí estaba yo, a esas alturas de mi vida, poniendo en duda mi propia existencia.
Casi 2 semanas atrás, había perdido a mi hermana después de una corta pero fulminante enfermedad, y aunque si bien es cierto que existía una conformidad y tranquilidad respecto de ese suceso, aun no comprendía las “Formas Misteriosas”, el cómo o el “Por qué” el Ser Divino decidía a quienes llevarse.
Quien era yo para cuestionar sus decisiones - pensé, pero por lo menos creo que me merecía una mínima explicación.
Esa noche, cuando ya los canales de televisión habían dejado de transmitir, y en la pantalla sólo se veía la estática producto de la ausencia de señal, me dirigí a apagarlo para ver en la soledad de mi cuarto podía encontrar las respuestas que necesitaba.
Cosa típica de un asiduo a la televisión, hice un último zapping, encontrándome con un programa periodístico que nunca había visto, y la sorpresa fue mayor cuando me di cuenta de que se trataba de una televisora que no conocía.
El programa se veía interesante por lo que decidí seguir observándolo.
Parecía un reportaje biográfico de alguien, una mujer… Joven.
Pasaban imágenes de las distintas etapas de su vida, y se apreciaba una niñez hermosa, en su casa, con su familia, la que seguro la querían mucho porque solo se veían sonrisas en sus rostros.
También se veían imágenes de sus momentos más difíciles, como eran sus periodos de estudio y dificultades personales, pero a la vez, como todos en su familia la apoyaban.
Mostraban a esa persona en toda la belleza de su vida, pero lo que más se destacaba, eran un don especial que ella tenía…Su eterna preocupación por los demás.
Me fui interesando más y más sobre esa persona a la cual le dedicaban ese programa.
Coincidentemente, en plena juventud, la mostraban pasando por una etapa de enfermedad en la cual, ella preparaba su alma y sus sentimientos para lo que seguro ella sabía cual sería el desenlace.
Se veía la preocupación de su familia, amigos y extraños por su futuro, y también, lo que se les venía encima.
Me sorprendió la similitud de situaciones de lo que mostraban por ese televisor, con lo que yo había pasado hace casi unas semanas.
Finalmente, se le veía morir tranquila, sin dolores y rodeada de todos sus seres queridos… Para algunos, la muerte ideal.
Hasta ese momento, me encontraba estupefacto respecto de las coincidencias vistas con las vividas, pero su historia no terminó ahí, con su muerte.
Después de unos comerciales, volvieron a la trasmisión y empezaron a mostrar la vida de los familiares y amigos que quedaron a su partida.
Apesadumbrados por su pérdida, se veía a sus padres y hermanos paseándose sin sentido por la casa que habitaban, rememorando y añorando todos aquellos momentos en que ella rió o lloró.
Fue ahí cuando mis sentidos se estremecieron, fue ahí cuando ví que mostraban a uno de sus hermanos, solo… sentado frente a un televisor, con un trago y un cigarrillo casi consumido en su mano.
En una imagen casi fantasmagórica, pero a la vez, expresando una mirada que irradiaba ternura, se le ve a ella, a su fallecida hermana que está detrás de él, observándolo, mientras en su letargo y dolor, él se queda dormido dejando caer el cigarrillo al piso de madera de la habitación.
Ella se acerca lentamente y casi levitando, apaga el televisor, recoge el cigarrillo desde el suelo y lo apaga en un cenicero, toma la copa de licor y la deja en una mesita que estaba a un lado, y se acerca tierna y cariñosamente a su dormido hermano, lo besa en la frente y le susurra al oído “Todo estará bien, estoy feliz, y siempre estaré aquí para cuidarlos, esa siempre fue mi misión”.
A la mañana siguiente despierto sobresaltado, y me di cuenta que todo había sido un sueño.
Yo estaba en mi cuarto y comencé a pensar todo el efecto de lo que ese sueño había hecho en mí: Las angustias se habían ido, el dolor había desaparecido, los cuestionamientos ya no estaban… Pero aun faltaba el “Por qué”.
Al levantarme, encontré a mi madre que estaba muy seria y temblorosa, estaba sentada mirando fijamente la cocina.
Le pregunté cual era la razón de su nerviosismo, y ella me explica que, entre todo lo que estaba pasando por la pérdida de mi hermana, y en un descuido, ella se había ido a dormir dejando una tetera con agua puesta en la cocina, seguramente para un último café, pero durante la noche soñó que alguien la besaba en la frente y le decía que no se preocupara por nada, por lo que al despertar, fue apresuradamente a la cocina pensando que un incendio podría haber ocurrido, un incendio que no ocurrió, porque encontró la tetera en el lavaplatos y el fuego de la cocina apagado.
Ninguno encontró la razón de lo que había ocurrido, y ahí fue cuando le relaté el sueño que yo había tenido.
Sorprendidos y emocionados nos abrazamos un largo rato, y después me dirigí hacia el comedor para el desayuno.
Fue entonces que vi el televisor apagado, la copa en la que bebía en una mesita contigua, y un cigarrillo apagado en el cenicero.
Fue entonces cuando me di cuenta que el “Por Qué”, había sido explicado: No habíamos perdido a una hija o una hermana, sino que habíamos ganado un angelito protector.
La marca de aquella quemadura aun se puede apreciar en el piso de mi casa.
“…Para mi hermana Verónica… Sabemos que todo estará bien…”
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