Tengo los ojos puestos en unos peculiares muchachitos, el primero que es Ramón usa lentes gruesos, camina preciso, como en su mundo hablando él solito y si come algo él me invita, me alimenta, me pregunta y luego si no respondo, él me contesta.
El segundo es Santiago, el más atento y caballero, con grandísimos ojos verdes yo pienso que en vez de lunares tiene soles, siempre me abre la puerta y me mira de lejos pero no me sonríe, me mira serio.
Le sigue Fabián el enigmático de cejas perfectas y estilo de vampiro, tiene la manzana en su cuello y en sus manos se le marcan las venas, lo encontré dibujando siluetas en su cuaderno.
El último es Emiliano, es bien callado e inteligente, no sé en que piensa ni en que gasta sus horas, a él suelen llamarlo por otro nombre que no es el suyo y sólo yo le le digo Emiliano.
Esta noche tendría que salir con uno de ellos, en cambio cité a los 4 en el mismo lugar y no me preocupa si no se llevan bien, lo que si me tiene un poco inquieta es como los acomodaré en la cajuela, lo bueno que no es la primera vez.
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