Observo con avidez mi fin, lo diviso a solo cuarenta centímetros, esta sostenido por una fuerza abstracta suntuosa que me otorga el derecho a despejar. Me elevo por los aires en busca de una mas cinematográfica labor. El pavor, la balada del arrollador sol que acomete en contra de todos, la brisa inerte que inevitablemente surge por la artificiosa maniobra que emplee para satisfacer mis ansias de volar tal o mejor como nuestros amigos los murciélagos.
Pestañeo perpetuamente hasta que sea un fuerte inexpugnable para percibir todo el fragor de la lucha, practicamente esta opaco solo me encandila la prepotencia del ufano sol que es indispensable para todas nuestras realidades pero obviemos cuestiones metafisicas baratas que son solo para departir con mis hipócritas intelectuales con los que me concerto en bares anodinos que en su interior esconden un profuso mundo de vidas. La verdad esta aquí. En esa sensacion de adrenalina déspota que me inhibe a pensar dos veces, un precepto imprescindible si es que quiero perdurar con vida en el frenesí del vació existencial. Obro sin periferia, sin acentuar la estupidez que suscita, solo me acongoja la indisoluble idiotez que incrementa con proferir tal importancia a esta actividad tan pendenciera.
En fin, logro despejar el centro de recepción aceptable y caigo. Por unos efimeros momentos me vanaglorio de mi exultante acción, no obstante, el universo quiere conspirar contra nosotros si es que efectuamos una estupidez y, por consiguiente, mi orgullo se transmuto en odio hacia mi decisión sin reflexion. Memez mía, fugaz momento de imperdonable suplicio en movimiento que no lo requiere, infrecuente ocasión que aun así emerge en tantos como en mi. Un estruendo amedrentador me estremece, quiero huir despavorido de la mente, procuro no hacerlo y así mantener mis intenciones a posterior. La rodilla de mi compatriota arremete para destruir mi parietal, confieso que fue una falla la mía, tan denodado yo para exponer mi subterfugio de fastuosidad en el salto. El susto me deja sumido en estas vacilaciones, ¿un golpe en el cráneo es lo peor que te puede acaecer? ¿el frontal, el parietal o el occipital?. Según los informes, el frontal es lo mas endeble, ergo, no estoy tan mal. Pero me duele, el primer golpe concretamente grave que recibo en el cráneo y me turbo integramente. Oh, creo en ti o no creo en ti, estas o te alejaste, pero variando la eficacia de su actitud dispuse de elementos de lecturas para enriquecer y ser mas comprensivo.
Y todas estas dudas por despejar un balón que tenia una exigua distancia del suelo, por espantarlo con la batahola que simboliza mi cabello. De palomita, ¡vamos!. Pude optar por mas disyuntivas pero estimo que fue la mas innoble con mi doctrina prodigio de pensar un par de veces y luego actuar, empero, inconcebible hogaño que todo, absolutamente todo, debe confeccionarse con movimientos raudos y monólogos fugaces.