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No me resignaría nunca a leer el periódico como metáfora balsámica de la disipación de libros. Jamás, jamás abandonaría ese profundo hábito de permitir florecer mi imaginación y mi mente. Intensificando. Así es como esta mi volumen. Se me caen millones y millones de vidas sobre mi individuo. Abarrotado por los murmullos consistentes entre las almas que se aglomeran sobre mí.

No salgo mucho de mi casa, la verdad rotunda es simple porque no tengo nada que hacer aun allá afuera. Ni tampoco en el aquí o en lo aquello tengo asuntos trascendentes solo nimiedades como lavar los abrigos de las plantas o azuzar mi apetito moviéndome de lado a lado sin turbar el viaje onírico de mi hambre. Pero mantenerme en los aposentos de mi guarida no me limita. Soy un viajero ilimitado, las fronteras impenetrables no confabulan con las palabras restantes y a priori será borrada definitivamente de mi mente. Navego mares abundantes, escabullo de horizontes que comienzan a ceñirse en mi interior, escalo montañas que blasfeman para atormentar mis creencias.

Mi casa es rodante. Pero aun no he comprado ruedas, aun no he cargado el condenado motor. Esteban no me aviso, no se percato o no se le antojo llamar a casa y decirme sinceramente – Mira, camarada, se me ha pasado el tiempo, pero recuerda administrar la justa parte de gasolina-. Alzheimer crónico es lo que sufre el muchacho ese. Disipo todos los pensamientos ominosos. Retrotraigo y…viajo. Sin nafta, gasolina, ruedas, embrague, nada. El vacío más sordo del mundo me persigue o el sordo mas vacío persigue al mundo. No recuerdo. Ahora intento viajar. Odio el peaje, no lucro mucho capital como para pagar mi derecho a moverme. Que injusticia. Intrincados caminos me esperan al lograr vencer ese mundo realista y escéptico. Me encantaría dar la vuelta al mundo en ochenta días o como profesa un viejo intelectual (que siempre será joven a pesar del físico) la vuelta al día en ochenta mundos. O también me apetece conocer a los Baskerville o configurar mi propia versión del infierno junto a mi gran maestro (J.C) si, un viaje utópico pero perfecto. Acrecentar el intelecto. Un placer de pocos, que muchos anhelan pero no lo sueltan.

La Casa rodante se detiene. Un breve intermedio. Lamentablemente, también debo comer, socializar, no soy un ente austero. Pero el mejor alimento y los mejores amigos provienen de los viajes a los que llenos de nitidez y profusos en su esencia yo me expongo. Son viajes largos, oníricos, llenos de surrealismo, entretenidos, opulentos en ideas, vivos, simplemente vivos. También los hay ambiguos (mis predilectos), como este mismo relato mental que con mucha imaginación retengo antes de que Gregorio me transforme en lo que no quiero. Ese ser enajenado de viajes que deambula por su propia mente sin acicatearla ni nada. No es un ser indómito. Esta amaestrado y se subordina por lo que oye del cuadrúpedo cabezón. Pero no quiero hablar de ellos. Hablar de ellos me aflige copiosamente. Me agobia. Es como martirizarme al mi mismo por no poder soportar el homicidio de la usurera, a mi usurera. Un ilícito cometido por mi mismo. Así me siento al hablar de ellos. Zombies con la mente bien puesta en otro mundo. Si. No muchos viajes son interceptados indiscretamente por estos seres poco ventajosos en bondad. Por suerte no son muy prolíficos.

Cuando abro la puerta de la casa y me antepongo a todos mis compañeros nunca olvido regar las plantas que nos acompañan. Principalmente cactus que ayudan a emperifollar el ambiente. No pertenezco a ningún ámbito especial, voy de lugar a lugar. Pruebo distintos estilos. Dureza o Suavidad. Dilema fundamental en la elección de los viajes. Muchos dicen que es idiota ocuparse de esos pensamientos anodinos, pero sobre opiniones no hay nada escrito y cuando halla algo escrito, pues, generara un abrumador aluvión de opiniones volubles con el tiempo o será poco perspicuo, ininteligible. Pero obviando mi opinión de las opiniones, he de decir en honor a la verdad y en verdad del honor que, dureza o suavidad no importa, lo que trasciende es lo interior. El arte que se encuentra en esos lugares por donde viajo. ¿Son viajes insignificantes?; ¿Todo el conocimiento que inculco en mi se puede considerar conocimientos inanes?; ¿Valió la pena exhortar mi mente para adentrarse a esos poco pulimentados lugares? La verdad que yo no le doy mucha significancia a quien discrepa conmigo en torno a dureza o suavidad. Yo los miro con desden. La primera impresión palpable debe ser dura si el viaje es fantástico. Si al comprar el boleto de la imaginación una nunca se arrepiente y le otorga el titulo irrevocable de memorable. Suave o blanda si el viaje es fantástico y/o normal. Donde el boleto te da lo mismo si se pierde que si se quema al impregnarse de llamas en tu afán de viajar….viajar…viajar.

Todos somos fervientes admiradores de estos viajes nada prosaicos. Con unanimidad en su recepción hacia el mundo por su arte implacable. Por mas breve que sea o tan longevo que no nos alcanza la vida para comprenderlo. Ese que se entremezcla con la consecución de la paz interior humana, que danzan unidos bajo la formidable brisa del invierno venidero que vaticina un prospero porvenir en algunas culturas que poseen mas de una disyuntiva a elegir. Y luego de revolcarse por los campos llanos del silvestre mundo, se duerme en un ocaso perpetuo e insoslayable.

No me interesa que comprendan la mente mía, ni la humana. Ni siquiera la de Esteban (bastante infrahumano y bárbaro, en el peor sentido de la palabra, en algunos aspectos, si hablamos con franqueza). Este pensamiento relativamente dilatado será anecdótico en una mirada prospectiva. Quiero procurar que lo entiendan o al menos su naturaleza ambigua no los deje indiferentes. Si lo aborrecen pues, al menos sabre que lo leyeron y no les gusto. Fui capaz de despertar un acendrado sentimiento de odio que ni siquiera tendría que ocurrir, ya que esto es un pensamiento. Lo más misterioso del ser humano. Lo más esencial.

Se consumó mi viaje actual. Llega a su epilog….digo final. Es un viaje por supuesto. Vuelvo en mi casa rodante. Con sus plantas desérticas y mis amigos. Leo la última pagi…no, no, paso por la última ruta hacia mi casa mejor dicho. Y cierro el libr…no, no cierro nada. Abro la puerta y vuelvo a mis no tan severos límites que pueden ser transgredidos fácilmente. Pero no lo olviden, estos son solo viajes.

***

Texto agregado el 21-07-2011, y leído por 123 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
21-07-2011 A veces además de viajar es bueno vivir. La vida también es un viaje. Un abrazo glori
21-07-2011 Interesante, quizás algo difícil de entender para algunos... en fin, es tu viaje y gracias por compartirlo. Aytana
 
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