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Inicio / Cuenteros Locales / sewell / \"Mis hermosos pies descalzos\"

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Ella entra en su pieza. Ha sido un día de trabajo hogareño, como otros tantos.
A penas atraviesa el umbral corre tras de sí la cortina que separa los ambientes. Inmediatamente se deja caer en un diván. Apoya su espalda sobre la pared y estira sus piernas levantándolas del suelo, al tiempo que con sus pies en punta, se desprende de sus chalas.
Por un instante y con las piernas aún extendidas, estira todo su cuerpo alzando para ello los brazos. Luego de recuperar postura, cruza una pierna sobre la otra y procede a contemplar sus pies. A su turno acaricia a cada cual delicadamente. Primero uno, después cruzando la otra pierna, el otro. Ambas manos acarician empeine, tobillo, dedos y planta. Es una escena de cariño y aprecio por aquella parte de su cuerpo.
María le habla a cada pie, como si tuvieran vida propia. Luego ríe, culminando el diálogo con sus pies descalzos. En sus gestos gráciles se revela lozanía y un estar distendido: “¡¡¡son mis lindos pies descalzos!!!”.
Poniéndose de pie, insinúa iniciar una danza queriendo girar sobre ellos.De improviso observa a un joven que la mira desde el rincón más lejano de la pieza. Con sorpresa y temor cae sentada sobre el diván.

Se produce entonces un diálogo.

María está seria. Su rostro denota que algo la conmueve. Su hablar es cadencioso, es paulatinamente sereno.
Ha bajado la vista un rato; un rato pleno. Cuando la levanta se yergue toda ella, levantando y abriendo levemente sus brazos. Lágrimas se insinúan en sus ojos.

El joven ya no está. Ha partido hacia quien lo envió. María descalza se mantiene un rato largo de pie e inmóvil. Ha cruzado sus brazos inmediatamente sobre su vientre. Esa inmovilidad externa, no se condice con la expansión interna que posee todo su ser. Calor, temblor, dilatación y chorros sanguíneos que son corolario de su “SI” eterno y libre.

Ya casi no hay luz afuera; ni lámpara alguna, que ella haya encendido dentro. María, casi a tientas se tiende en el suelo apoyando el costado de su cuerpo sobre el diván. Flectando la rodilla derecha, vuelve a tocar su pie. Lo hace casi distraídamente.

Una iniciativa de calor blanco, la cubre entera. Cierra sus ojos y siente.

Texto agregado el 09-12-2008, y leído por 219 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
03-07-2009 Un texto muy delicado y dulce me gusto mis 5* NILDA yo_nilda
09-12-2008 Que detalles finos acerca de cada centímetro de los pies de María... Legnais
 
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