Aquella tarde, ella me sedujo con sus dulces encantos de mujer bonita. Cuando tendida en la arena de aquella playa, bronceaba su bello cuerpo desnudo, sin importarles los riesgos previsibles; que debía afrontar mas tarde, cuando mis ojos la contemplaron cual Venus o Afrodita, ansiosa de amor y sexo. Su sensualidad despertó en mi, el deseo y los impulsos de la carne, para convertirme en un esclavo de su erotismo. Su pasión me condujo por los territorios inexplorados del placer humano, donde viví la experiencia mística de lo desconocido, exiliándome en su mundo aparentemente inmoral, perverso, y corrupto. Donde se deja a un lado los sentimientos de aquello que llaman “Amor” y se sustenta la “Felicidad” a base de lo material y los antojos del cuerpo. (Mucho tiempo después, fue que comprendí el por que, de sus desenfrenos y la gula de sus instintos sexuales. Pero esa es otra historia)
Sucedió que una noche, se demarcaron el éxtasis de sus orgasmos, (algunas veces exagerados) y los principios de mis fronteras emocionales y sentimentales. Planteé sincerar nuestra relación, pero ella eludió mi proposición argumentando que: la esencia de su felicidad no podía comprometerla con alguien en especial, y si bien era feliz, al estar a mi lado, era también feliz por la libertad de vivir, sin limitaciones ni sumisiones, las horas que, por fortuna el destino y la vida, le habían brindado. Decepcionado, aunque no convencido, por sus palabras, comencé a sentirme solo, vació, como en medio de un desierto humanizado. Así se lo hice saber. Pero ella, con su filosofía de ver las cosas, de una manera diferente me recomendó explorar, en lo mas recóndito de mi espíritu, el verdadero significado de los sueños de mi vida. Y fue allí, donde encontré, un “Oasis” deshabitado, donde había muchas “riquezas”, para compartir. Celebramos juntos el descubrimiento. Compartimos al máximo nuestro tesoro. Pero por otra parte, de manera egoísta y por separado, los dos construimos un bunker contra toda invasión, y nos guardamos el secreto, para no ser vulnerables a los comentarios de aquellos, que se oponían a nuestra relación. Derrochamos todo el cariño de la piel. Pero en el interior, de cada uno de nosotros, guardamos con recelo, lo mas sublime y tierno de nuestros sentimientos, para ahorrarnos palabras, a la hora de deshacer, aquella exótica y alocada sociedad emocional. Nos llenamos de triunfo ante las adversidades.
Nos hicimos irreductibles ante las circunstancias, para mantenernos firmes a nuestros deseos y satisfacciones. Pero, cuando creímos haber madurado el “Amor”, cuando por fin, decidimos consolidarnos íntegramente como “Parejas” para ir mas allá de nuestra atracción.......fracasamos. Si.... Fracasamos. Confundidos por lo vivido en el pasado y en el presente, nunca nos preparamos para enfrentar, el futuro explosivo de los días venideros. Donde ante los ojos, de todos los que nos rodeaban, yo era el “Profesional intelectual”, enceguecido por los placeres del sexo, y ella la misma “Puta”, pero ahora con apellido, o la nueva “Señora De” , con un pasado oscuro, pero reivindicada por el “Amor”.
Obstinados ya, de tantos comentarios absurdos. Huimos desesperados a refugiarnos a otra ciudad. Para iniciar según lo creíamos, una nueva vida sin pasado y sin reproches. Donde lo compartiríamos todo, sin inhibirnos de algo, o nada que pudiera deshacer nuestro romance. Pero el tiempo es duro y cruel, cuando el amor es débil, y los temores, desconfianzas y celos, saturan los pensamientos y contaminan el alma. Nos hicimos posesivos uno del otro. Cobrándonos a diario, el precio por estar juntos. Alejados de los principios morales de nuestro entorno y sin un alguien solidario con nuestra “causa”. Por acuerdo compartido; decidimos alejarnos por un tiempo. Para reflexionar a “Solas” los pro y contras de nuestra convivencia. Pero sin dejar de comunicarnos; para intercambiar ideas y opiniones, sobre nuestras experiencias, ante las diferentes opciones, para alcanzar la satisfacción de nuestros verdaderos sueños, y así poder determinar:
A donde queríamos llegar. Que limitaciones debíamos superar. Que deseábamos ser como personas. Que potencialidades teníamos y debíamos desarrollar. Que familia queríamos integrar. Que hijos nos gustaría formar. Que calidad de padres queríamos ser. Que matrimonio deseábamos realizar. Que calidad de pareja deseábamos tener. Y que felicidad queríamos construir.
Quizás haya sido la lejanía corporal. La necesidad del roce de piel. Nuestra “incapacidad” para canalizar razonablemente, el buen camino de nuestros destinos, quienes definieron las respuestas a nuestras inquietudes. Porque al final, y en muy corto tiempo, los dos transformamos nuestras vidas, y ahora nuestros principios, demarcan las razones radicales que nos separan.
Yo conocí, a alguien muy especial. Quien llenó todos los vacíos de aquella relación explosiva y estéril.
Formo parte de un hogar feliz, y cultivo los principios morales e intelectuales en los retoños de mi felicidad, ahora bendecida por el verdadero “Amor”. Mientras que ella......... Se convirtió en la artista exclusiva de un cabaret de renombre. En la reina mas bella y sexy del desnudo.
En la dama de compañía, más codiciada y más cotizada de aquella ciudad cosmopolita, donde nos separamos.
Pero esto, también es otra historia.
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