Lo más cercano a la no existencia es una madrugada de abril,
una en la que las estrellas brillan en el cielo a más no poder
y en la que el aire fresco llena los pulmones y vacía el alma.
Es una madrugada que entra por la ventana sin pedir permiso
y se apodera de mi habitación y de mis cosas, todo lo ocupa
pero no se da cuenta, ¿cómo ha de hacerlo si es sólo silencio?
No existir debe ser un silencio eterno en medio de la oscuridad,
esa oscuridad de no tenerte conmigo, de saber que no estás
y que por lo menos esta madrugada que me llena, no llegarás.
Este silencio, esas estrellas, y esa sensación de soledad;
todo eso debe ser dejar de existir, o al menos lo más parecido,
y es que hoy no estás aquí, y si no estás conmigo yo no existo.
Esta madrugada no me deja dormir, también ocupa mis sueños;
silencio, vacío, ausencia, soledad y este maldito hastío
¿cuándo hemos de decidir que es tiempo de ser reales?
Tal vez no lo habíamos pensado... pero ya lo hemos pensado antes
y es que en medio de este abril tan deteriorado y frío...
¿cuándo hemos de decidir que el tiempo es tuyo y quizá hasta mío?