Sabemos que desde hace casi dos siglos, conseguimos la “independencia” de Chile. Sabemos también, que la autodeterminación de los pueblos siempre ha operado bajo el criterio de manejo de influencia extranjera, en toda nuestra esfera sociopolítica. Sólo basta recordar unos ejemplos de intervención norteamericana a través de la CIA y empresas transnacionales que se han venido a instalar desde hace ya varios años para quedarse y monopolizar el mercado, acción que lleva a los países extranjeros a insertarse en la esfera socio-cultural chilena.
Por otro lado, si preguntamos comúnmente a la gente de nuestro entorno, qué opina acerca de nuestra independencia como país, dirán que contamos con el beneficio –algo no tan obvio en nuestros días- de la autodeterminación como pueblo chileno en un mundo que todavía tristemente cuenta algunas que otras colonias y pueblos sin estado de derecho. Entonces cabe preguntarnos: ¿Hasta qué punto hemos logrado nuestra LIBERTAD si podríamos decir que aún no somos independientes?
Resulta que la pregunta pone en jaque los dos primeros párrafos recién manifestados. Somos testigos día a día en nuestros televisores, que estamos siendo víctimas de una propaganda política que incita al consumo; tarjetas de crédito, préstamos bancarios, productos a mitad de precio y las innumerables imágenes noticieras de la bolsa de comercio y las tan famosas acciones que hacen noticia hasta con equipos de fútbol.
¿Somos libres de ver lo que queremos ver? ¿Hasta donde nos hemos informado de nuestras posibilidades de adquisiciones? ¿Sabemos lo que compramos? ¿Qué cine estamos viendo? ¿Holliwood o Rusia? ¿Qué autores de libros conocemos? ¿Hasta donde enseñan nuestras universidades los secretos de aquellos que han puesto en jaque diferentes períodos de la historia? ¿Quién fue realmente Manuel Rodríguez, Diego Portales o Jorge Allessandri? ¿Qué hicieron efectivamente por nuestra patria? ¿Vivimos en libertad por poder elegir, o caemos a la larga en la cuenta que la prensa escrita está en manos de aquellos capitalistas acaudalados que nos hablan solo de lo que ellos quieren que leamos? ¿Qué podemos o no podemos elegir? ¿Una buena educación? ¿Salud de calidad? ¿O simplemente estamos optando por zapatillas Niké en vez de Adidas? ¿Se habían visto las calles tan vacías un día del joven combatiente como en el año 2007, luego de una gigantesca campaña televisiva sobre los falsos peligros de las movilizaciones sociales?
Efectivamente, no somos independientes. Día a día nuestras decisiones operan bajo las opciones que sin querer tenemos para elegir, sin embargo, contamos con una herramienta que ha sido el motor de la historia del hombre: La Autonomía, propiedad exclusiva del ser humano que le permite pensar y decidir día a día, gracias a la cual podemos “crearnos” más oportunidades para tener una gama mayor de posibles elecciones. Es esta autonomía, y el poder que tenemos de optar, en cada segundo de nuestra existencia, el que nos abre la única brecha cotidiana de LIBERTAD propiamente tal. Estamos atados al manejo de muchos que han manipulado siempre nuestras elecciones y que creen que siguen influyendo en nuestros territorios como si fuésemos colonias de ellos.
Hoy, no hemos conseguido la independencia de Chile, pero tenemos la autonomía de poder optar a ella.
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