Como todos mis amigos saben, soy de San Telmo y en sus calles trabajo de titiritero, pero por consejos del gordo Delgado (Juan Carlos Delgado) me vine a Mendoza ya que el gordo dijo que había más turismo por estos lados.

Y es verdad, he ganado más guita aquí que en la capital, y tan bien me ha ido que ya no trabajo en las tardes, sólo las mañanas. Las tardes las dedico a pasear por los parques de la bella Mendoza y fue justamente en un parque donde casualmente, me encontré con un señor mayor que estaba acompañado por un grupo de niños pobres.

Ellos también paseaban por el parque y por algún motivo que ignoro le dije al señor si me permitía ofrecer gratis, claro está, una función con mis muñequitos, a lo que el señor aceptó encantado.

Los nenes se sentaron en el césped y en esa tan especial oportunidad, les ofrecí una divertida comedia con mis muñequitos provocando sus risas y alegría. El señor se despidió agradecido de mí mientras los chicos estaban alucinados con mis personajes de madera.

Al día siguiente y con gran sorpresa para mí, aquel señor vino a conversar conmigo y luego de saludarme me dijo así:

- Señor Loco Butter, quiero que sepa que soy el director de una institución que protege y mantiene a niños pobres y sin familia, y lo que quería preguntarle si es posible que en nuestro Hogar de Niños nos pueda ofrecer una función para la Noche Buena. Son más de un centenar de niños que estarían felices con su arte titiritero.

- La verdad, señor director – contesté con cierta desilusión – es que para navidad debo regresar a la capital para compartir esa fecha especial con mi familia, incluso, asistir a una reunión de amigos escritores a realizarse en Buenos Aires el día 22 de diciembre, de modo que lo considero bastante difícil que pueda ir a su Hogar de Niños como me pide usted.

- Es muy lamentable pero a la vez comprensible señor Loco Butter – contestó el director con tristeza – hubiera sido una ocasión feliz para nuestros niños. De todos modos le agradezco toda su atención.

El señor se despidió de mí y todo aquello me provocó una profunda tristeza, tanta que me fue difícil continuar con mi trabajo de titiritero callejero pues, sólo pensaba en aquellos niños desvalidos.

Aquella tarde no dejé de pensar en aquello e incluso conversé con mis muñequitos sobre el tema aquel. Ellos tenían sus rostros de madera tristes y llorosos y si hubiesen podido hablar, seguramente me hubieran dicho : Celebremos la navidad aquí en Mendoza junto a los niños...qué más da.

Yo comprendí su mensaje y de pronto el corazón se me llenó de alegría, había decidido quedarme junto a mis muñequitos para ofrecer y entregar felicidad a aquellos necesitados niños.

Como no conozco bien la ciudad de Mendoza, no pude hallar el Hogar de Niños, pero telefónicamente pude comunicarme para darle la buena noticia al señor director.
Cuando éste contestó le dije así:

- Señor director, hemos decidido quedarnos en Mendoza y ofrecer una función gratuita a todos sus niños.

- Es una buena noticia- contestó el director – los niños estarán felices, pero, ¿por qué dice hemos decidido? ¿ Es usted y alguien más?

- Sí señor director, soy yo y mis muñequitos los que hemos decidido quedarnos aquí para estar junto a sus niños.

De ese modo, todo quedó de acuerdo, de manera que mediante estas letras le ofrezco disculpas a mi familia y a mis amigos cuenteros por no poder pasar la navidad junto a ellos. Sé que sabrán comprender.