Los patios.
Soneto doble.
(Para Magdalena y Carolina)
Siete patios se agolpaban en mi casa,
salpicándola de ensueños y sorpresas.
Siete patios desplegados en la mesa,
borboteando entrañas cual melaza.
Envueltos todos en regalada blancura,
fíjense dentro dellos con cordial mirada;
en detalles que os muevan desde entrada
a exhalar, al menos, un palmo de cordura.
En el patio de las rocas que colgaban,
florecía frágil un manojo de petunias
al cuidado de arpilleras y de enjundias.
En el otro, por enorme cúpula informado;
una campana que tañía, la explosaba;
por espíritu enlodado zarandeada.
En un patio reducido como un puño,
una plétora de augurios y de quiebres;
sangran sueños, pululan, escupen fiebres;
desgarrando hijos de idéntico terruño.
Finezas de tiza de múltiples personas;
sus manos, sus rostros, mentes y corazones;
siembran patios amplios que rompen paredones.
Verdes e inguinales patios de matronas.
En el patio del aprisco hay dos madres;
con sus hijos, sus sueños, cuitasy tibiezas;
susurran de la vida, lágrimas y bellezas.
Engrifado sobre todos, hay un patio crudo.
Sobre él, en mantel blanco desplegado;
semillas de mostaza y pan esperanzado.
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