I.
Donde colindan la imaginación y los sueños
el lenguaje se desvanece,
como el agua en el cuenco de las manos.
Y he ahí que traigo de tales regiones mis versos,
pero al querer decirlos,
mueren en mis labios
-tragedia indecible de una muerte-
antes de ver el más leve rayo de luz.
[II.]
[¿Qué es la luz? ¿Qué es la luz?
Una quimera que nos ciega,
y a cambio ofrece una dicha
fugaz, efímera, pasajera.
Qué ligera, qué ligera
por tenerla, por amarla
quién no diera, quién no diera,
la vida, todo, el alma entera.]
II. [III.]
Pero es precisamente de ese lugar,
límite inexplorado de la psiquis,
de donde todo proviene, todo,
de ahí el amor cobarde que nunca hizo historia,
de ahí los besos jamás dados,
de ahí la vida y la muerte que envuelven
al peligroso juego de azar que es el hado.
[III. {IV.}]
[¿Qué es el hado? ¿Qué es el hado?
Un azar infinito que nunca juega a ganar
y nunca pierde, que siempre mira adelante,
y siempre avanza hacia atrás.
Qué absurdo, qué absurdo
si pudiera darnos un descanso
de un segundo, de un segundo,
sentiríamos dejar de cargar este mundo.]
III. [IV. {V.}]
De ahí estos versos frustrados,
de ahí los fallidos intentos,
de ahí vengo yo, de ahí vengo,
como agua fofa que se desparrama,
como el verso en los labios muerto,
condenado a irme como se va el agua
entre dos manos formando un cuenco. |