Nunca fui bueno para aprender de mis errores
muchas veces debí seguir luchando
y entonces exhausto me rendía
y yo mismo me imponía mis propios hados.

El destino nunca pudo contenerme
a cada mandato suyo siempre me opuse
y cuando estaba a punto de vencerlo
me rendía y me gritaba "¡nunca pude!"

Malogrado mi triunfo por mí mismo
boicoteado por mis propios desencantos
Lanzado por mí mismo en fríos abismos
Vencido tan sólo por bajar los brazos.

Así me lamentaba siempre por mi suerte
pudiendo cambiarla con mi tenacidad
pensando que los sueños siempre duelen
y volvía a mis soledades, derrotado a llorar.

De esta misma forma intenté rendirme
Sí, olvidarte, alejarme para siempre de ti
Y pensando en esto justo estaba
cuando el destino me hizo arrepentir

¡Ay! sonó tu nombre en una dulce canción
entre tantos otros sonidos huecos
y así lo que casi se convirtió en mi adiós
me dio ánimos y bríos nuevos.

Y ya casi rendido volví a creer
había pensando en nunca más pensarte
ahora he de volcar todo mi ser
nuevamente tan sólo a quererte.

Sí, a quererte, sólo a quererte
pues sábete que si no es para ti mi vida
y si no es para ti tampoco mi muerte
pierden sentido las noches, los días.

No he de rendirme también esta vez
traicionarme con esto sería algo indecente
y si he de morir, a fuerza de amarte
sea pues para ti mi amor en la muerte.