Se me terminaron finalmente las palabras,
y ya no tengo qué decirte,
pues aunque mi cuerpo todavía me sobrevive,
yace muerta a mis pies el alma.

Sí, a fuerza de exprimirla por ofrecerte mis flores
la he maltratado tanto, tanto,
que la sangre que ahora corre por mis manos
se lleva los restos de esa alma cuando corre.

Y a cada gota de sangre la acompaña una de llanto,
y cada gota de sangre y de llanto trae escrito tu nombre.
Y es tu nombre una corona de espinas que rompe
mi corazón como un silencio rompería un monótono canto.

Mi destino me ha puesto una prueba que no puedo,
¡ay! que no puedo, por más que quiero, cumplir:
Conocerte y olvidarte, encontrar el cielo y huir,
saber que se puede alcanzar lo infinito, lo eterno,
sí, saber lo que es la vida y dejarse luego morir,
tener la felicidad a un paso y no hacer el intento.

Y qué hacer si el mundo va así
En un momento conocí el placer y el dolor
te vi y mi vida se resumió en el intento por conseguir tu amor.

Ahora sé que mi vida ha de terminar por ti
pues no me queda más que morir de contento
o en medio de una gran tristeza dejarme morir.