¡¡¡¡¡ El desborde del río, achi con el desborde del río!!!!!!
¿El desborde del río? Pero si eso es prácticamente imposiglu - glu - glu.
Todo un imprevisto presagio hacía presa de mí. Se podía esperar un rodado; si.
Podría ser un planchón; también...Pero un desborde del río, no estaba escrito en parte alguna.
Me sentí asorochado por las circunstancias. ¿Qué podría decirle a mi mamá? ¿Cómo me hacía cargo de todo esto?
Me puse en pie y caminé sigiloso por la pieza. Mi hermano dormía. - “¿Y cómo a él no le pasan estas cosas?” -. Debía atravesar el baño, para no dar la vuelta "larga" por el living, y llegar hasta el borde de la cama de mi mamá. Mi papá tenía sueño liviano y debía cuidarme de ello. Transité, empapado por el río, con sigilo y un frío insinuante. "Mamita, mamita...", musité cerca de su
oído. No hubo respuesta. "Mamita..." agregué sin variar la intensidad del susurro. Yo quería que ella despertase, pero no él. (¡¡¡ Qué ingenuo el
chiquillo "de moledera"!!!) . "Mamita, despierta mamita..." Intensifiqué un poco la voz haciendo mi petición algo más perentoria. No hubo respuesta. "¿Me voy así no más para la cama de nuevo? Nooo. Tengo frío"; me dije a mi mismo. No
alcanzaba a terminar de pensarlo cuando la "Mamatita", abrió sus grandes y
hermosos ojos y con alguna sorpresa me dijo:"Nelsito, ¿qué hace aquí?". No fue
necesario explicarle nada, a todas vistas era claro que el río se había desbordado. Se levantó presurosa, me cubrió con su bata y ante la pregunta somnolienta del padre - "¿Qué pasa?" -, rápido contestó con ternura: "Es Nelsito que me necesita, vuelve a dormirte, ya vengo. Voy a atenderlo". Sentí un alivio de esos grandes. Sus manos cálidas me llenaron de caricias y me movilizaron primero al baño donde con una prolijidad enorme me desnudaron, me cubrieron de nuevo con una toalla de baño roja y me limpiaron con una esponja untada en agua bien tibia. Después ella besando mi frente me dijo: "permanece aquí un ratito, voy a cambiar tu cama". Antes de salir del baño volvió a vestirme con un pijama de franela calientita. En un santiamén estaba de vuelta en mi cama, esta vez seca y llena del aroma de esa madre que cubriéndome de besos me dijo: "Ojalá no te pase de nuevo. Duerme tranquilo. Cualquier cosa me avisas".
Ya sin sonrojo alguno y sintiéndome tan amado, alcé mis brazos y le dije: "Un beso mamita... Gracias mamita". Ella se acercó y dejándose atrapar por mis brazos, permitió que la besara en la mejilla.
En ese gesto fuimos tan felices.
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