El 31 de febrero del año 2100, cuando la alineación de los meteoritos y satélites de comunicación sea completa, ese día Rudolf Hitler tendrá la oportunidad de volver a la tierra para vengarse de aquel que lo condenó a perderse en el espacio dentro de una cápsula espacial.
Si ese terrible día Hitler se venga de su enemigo, vivirá para siempre. Pero si ese día Hitler no se venga de su enemigo, será cocinado durante 10.000 años en aceite hirviendo.
La cápsula, en la que un pequeño esqueleto habita, está saliendo de la última órbita del sistema solar. Es 31 de febrero ; los meteoritos y satélites artificiales se han alineado ; la cápsula se estrella contra un cometa y sale “en átomos volando” , y en ese momento un huevo gigantesco aparece en la tierra. El pollo se llama Hitler.
Cuando Hitler pudo romper el grueso cascarón se dio cuenta de que estaba desnudo y, además, en un parque !
Cómo podría Hitler, desnudo, en medio de un parque y con gente que lo llama impúdico, vengarse de alguien de quien no sabia siquiera si estaba vivo ? Pero también se dio cuanta que era fuerte y no le entraba ni un misil atómico teleguiado a su piel (no pregunten como se dio cuenta, ni siquiera él lo sabe). De pronto se le acercó un policía a preguntarle qué hacía dentro de un huevo, desnudo y en pleno parque... Hitler le aplicó una llave de nin-yut-su al cuello, tan fuerte que al pobre policía no le quedó un solo hueso sano, y se apoderó de su uniforme y de su arma.
Estuvo andando un par de horas, bastante incomodo porque el uniforme le quedaba pequeño, y entró a un hotel para pedir servicio de directorio de teléfonos, y encontró a su terrible enemigo bajo el aviso : “Z. Z. Alen. Mandador de criminales al espacio”. Entonces se dio cuenta de su error ya que la casa de este se encontraba al frente del parque donde había estado.
Otras dos horas tardó para regresar y ya frente a la casa se llenó de rabia, derribó la puerta, disparó, rompió y buscó en todas las habitaciones hasta encontrar a su “terrible” enemigo convertido en un anciano de 99 años, a quien el corazón no le fallaba porque le daba pereza, y quien tenía las vías respiratorias pavimentadas. Cómo podría vengarse de “eso” ! Sería inhumano, sería cruel, sería bastante fácil ; pero no, no podía ; su conciencia, si era que tenía, no lo permitiría.
Así que el castigo por no vengarse fue totalmente revocado, y al venerable anciano y a la vez terrible enemigo se le concedieron cincuenta años más de vida activa y sana.
Juan David Osorio B. 1993
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