TU VOZ EN EL CORO
(jaH karLOS)

Nuestra voz en el coro se asemeja a lo dicho por algunos filósofos, y no filósofos, tales como:

Martín HEIDEGGER, quien nos hablaba de la opinión pública, la conversación cotidiana o la charla en común.
Soren KIERKEGAARD y su “muchedumbre”, o la enajenación del hombre por el vulgo o por los otros.
Gabriel MARCEL, cuando nos habla del hombre como un elemento o una cifra más de las estadísticas.
Alexándrovich BERDIÁIEV, cuando nos habla de la vida de las masas, haciendo referencia a la vida de los hombres en grupo.
…, un militante más de un partido político o de un seudo partido político total, para el caso, da lo mismo.

Eso es lo que somos, o no somos, cuando pertenecemos o tomamos decisiones en grupo, uno más o uno menos del todo, que al final no cuenta si no somos nosotros mismos. “Ser o no ser”, decía Hamlet.

En el grupo –muchedumbre o masa para Kierkegaard Y Berdiáiev- la persona carece de nombre propio, pierde su identidad, pues esta se encuentra relegada al nombre del grupo. Por lo tanto, todo lo bueno o malo que pase, o que no pase, dentro del grupo siempre se identificará con el nombre de éste.

Dicho esto, me es inevitable preguntarme: ¿Por qué los hombres buscan al vulgo? ¿Será a caso por su naturaleza sociable –siguiendo la máxima Aristotélica-, o tal vez, es el miedo a la responsabilidad de nuestra existencia lo que nos hace unirnos con los otros? ¿Será que me siento incapaz de hacer algo por mí mismo y por eso busco a los otros para que ellos me liberen de culpa por mis fracasos –como si el fracaso fuera algo negativo-? En cuanto a lo que nos atañe a nosotros como únicos seres responsables de nuestro ser, Karl JASPERS, nos habla de un “echarse atrás lleno de miedo” ante la necesidad de elegirnos, como quien no se atreve a asumir sobre sí mismo la responsabilidad del propio ser y deja que decidan por él los demás o el azar. Pero si no fuera el miedo a la responsabilidad de nuestra existencia lo que nos une a los otros, ¿podría ser el miedo a quedarnos solos –es decir, la soledad- lo que nos obliga a religarnos con los otros? Para contestar esta pregunta citaré una frase del filósofo pesimista Arthur SCHOPENHAUER, quien nos dice que: “los hombres vulgares han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos”. Como se puede ver, Schopenhauer considera que es el miedo a uno mismo -o el miedo a existir- lo que nos hace unirnos con otras personas.

El hombre no soporta la soledad, pues esta lo aturde, lo descontrola, lo deshumaniza…; en otras palabras, la soledad vuelve al hombre miserable. Es por eso, que cuando el hombre siente que la soledad se acerca sale y busca a los otros –siempre los otros- para divertirse y así liberarse de sus miserias, sin saber que la diversión –como diría PASCAL- es, de por sí ya, la peor de nuestras miserias, puesto que nos impide pensar en nosotros mismos y nos hace perdernos insensiblemente en cualquier estupidez. Cuando busco la diversión lo único que hago es negarme a mí mismo, negar mi realidad. Busco la diversión, pues no quiero pensar en mí ni en mis circunstancias –como diría ORTEGA Y GASSET-, es por eso, que escapo de mi soledad –o mejor dicho la oculto con la estúpida careta de la diversión-, pues en ella, el pensar es inevitable. Pero es imposible escapar de mi soledad, pues ella es innata a mí ser y por eso siempre está hay, lo mismo que el amor, el egoísmo, la envidia…La soledad existe en mí, y espera ¿Pero qué espera la soledad de mí?...tal vez la soledad lo único que espera de nosotros es: una oportunidad, un descuido, una señal…, para que así pueda atacarnos. Nuestra soledad espera y espera: como una madre espera la llegada de su hijo, como un preso espera su libertad, como un enfermo espera la donación de un órgano, como un pobre espera la justicia, como el hombre espera la llegada de la mujer ideal…Nuestra soledad -como la madre- jamás se cansará de esperar. Ante todo esto, me surgen unas preguntas ¿Qué habría pasado si todos los hombres hubiesen huido de su soledad? Si EINSTEIN y NEWTON se hubiesen dedicado a divertirse con los otros, ¿estudiaríamos, hoy, una teoría de la relatividad o de la gravedad? ¿Hubiesen sido capaces: SHAKESPEARE, KAFKA, BORGES, SARTRE de escribir sus grandes obras en medio de la diversión o del bullicio? la verdad creo que no. Si no fuera por el amor de algunos hombres a su soledad aún permaneceríamos en la edad antigua. Es gracias a la soledad –y también a otros factores- que el hombre ha progresado y se ha desarrollado en todos sus aspectos –para bien o para mal-. La soledad es madre del pensar, y por ende también del conocimiento, pero en la actualidad a quedado relegada, y esto debido a las muchas formas de seudo diversión que se han inventado algunos hombres comunes. Seudo diversión que apunta a un solo objetivo: huir de la soledad. Sin la soledad nuestro pensar se reduce a nada, o a un falso pensar, y, por lo mismo, nuestro conocimiento se torna cada vez más limitado. Es por todo lo mencionado, que considero que es momento de darle una oportunidad a nuestra soledad, tal vez en ella podamos encontrar el verdadero sentido de nuestra existencia.

Como te podrás dar cuenta, es el miedo a la soledad o el miedo a uno mismo lo que hace que los hombres comunes se unan. Prefieren soportarse entre ellos que soportarse a sí mismos, pues en el todo se sienten más seguros, más fuertes y más tranquilos. Es a esta clase de tranquilidad a la que NIETZSCHE llamaba “La calma chicha”. Esa calma ficticia, engañosa e insignificante a la que sólo un hombre común e incapaz puede aspirar.

BERDIÁIEV decía que si el yo en la masa –vulgo, grupo, muchedumbre, montón,…como quieras- no siente la soledad, no es porque se comunique con un “tú”, o porque se una a otros, sino porque desaparece, porque su sentimiento y su conciencia son abolidos… “El yo sale de su estado de soledad, pero sólo para perderse a sí mismo”.

El hombre común considera a la soledad como algo negativo, algo a lo que hay que huir y perdernos con los otros cuando empezamos a sentir su presencia. Caso contrario sucedía, y aún sucede, con algunos hombres excepcionales, para quienes la soledad es “la suerte de los espíritus excelentes”. Hombres que encontraron en la soledad la verdadera tranquilidad. Hombres que se enfrentaron a sí mismos y vencieron –o al menos no fueron vencidos-. Hombres que hallaron en la soledad el único y mejor lugar para pensar –cuando digo pensar no me estoy refiriendo a un pensar burdo sino a un pensar profundo, a un pensar que el común no piensa, pero no porque no pueda sino porque no quiere, porque les es más fácil vivir así, sin pensar-. Sólo para citar a algunos de estos hombres excepcionales, tenemos por ejemplo: al hombre que mató a Dios, NIETZSCHE –hombre al que hasta algunos filósofos teístas consideran un maestro-, el hombre que considera que el infierno está en la tierra, y éste, son “los otros”, SARTRE, al del “ser y el tiempo”, HEIDEGGER, al subjetivista, KIERKEGAARD, SCHOPENHAUER…Todos ellos hombres que trascendieron con su filosofía y que aún hoy, en la actualidad, inspiran a muchos hombres a pensar sobre el verdadero sentido de su existencia.

Tu voz en el coro, no es más que eso, una voz más dentro del mismo. Coro en el cual, una voz es todo y a la vez es nada.

Dentro del coro la identidad personal no existe, pues esta se pierde, se confunde, se mezcla con otras. En el coro tampoco hay existencia personal, ya que pertenecemos al todo, y dentro del todo “somos, pero no soy”. El coro también niega la trascendencia: si no existo no puede trascender y si no puedo trascender mi vida no tiene sentido –al menos así lo pensaron, y aún lo piensan, algunos hombres-; en otras palabras, en el coro ya estamos muertos.

Dentro del coro tampoco se puede llevar a cabo nuestro “querer” –o también llamada: “voluntad”, aunque algunos filósofos como Schopenhauer, consideran que es incorrecto utilizar este término para referirnos a la realización de un determinado acto, y esto debido a que la voluntad jamás se agotará en un solo acto…-, y esto, por motivo de que muchas veces nuestro querer se encuentra en constante conflicto con el querer de otras personas. Querer vs querer, ¿cómo se resuelve este conflicto dentro del coro?...Muy fácil: a través de la “mayoría” estúpida y conformista, o mejor dicho, de la democracia -La democracia en sí misma no es mala, pero se torna perjudicial y peligrosa cuando los que tienen que decidir son personas sin convicciones, personas conformista que no aspiran a nada. Personas que se muestran indiferente de lo que pasa a su alrededor y que sólo “viven pero no existen”. Personas que esperan que alguien haga algo por ellas, pues estas se sienten incapaces de hacer algo por sí mismas. Es por esta clase de personas que la democracia se convierte en un método de decisión negativa. Es por eso, que considero que es mejor apartarse del coro, pues para ser realista, hoy en día, la mayoría de coros están integrados por personas de estás características.- En todos los coros que existen, es la mayoría la que siempre tiene la última palabra al momento de tomar decisiones. Mayoría, que para desgracia nuestra, casi siempre no actúa guiada por criterios objetivos, sino por criterios subjetivos –ya sea, por amistad, afinidad, agradecimiento, política, etc.- e intereses deleznables. Dentro del coro, nuestro querer se encuentra atado y subordinado por la mayoría. Dentro del coro, somos manejados como marionetas y obligados a acatar lo que la mayoría decida, aun cuando está decisión sea antípoda a nuestras convicciones, intereses e ideales. Un hombre puede traicionar a muchas cosas, pero jamás podrá traicionarse a sí mismo, traicionar a sus ideales. No se puede concebir a un hombre que traicione a sus ideales, pues son éstos los que guían nuestro camino, a través de ellos andamos, y por ellos vivimos, en otras palabras, los ideales le dan sentido a nuestra vida. Claro que en la actualidad, vemos a muchos hombres –o mejor dicho seudo hombres- traicionar a sus ideales. Hombres que cada vez más y más se asemejan a una mesa... “Vivir o existir”, he ahí el gran dilema, ¿o vivo, solamente, por vivir, o vivo para existir?...Son dos las opciones y yo soy el único responsable de decidir lo que quiero ser.

“O soy yo quien decido por mí mismo y entonces existo, o es otro el que decide por mí y entonces carezco de existencia”. Cuando otro decide por mí, mi existencia se reduce a un simple objeto en manos de otro, como un juguete anodino en manos de un niño, como un muñeco en las piernas de un ventrílocuo. Pero no es que el otro sea más que yo, sino que yo, por miedo a la responsabilidad de mí existencia y a la soledad, me siento incapaz de hacer algo por mí mismo. Es por eso que me entrego al otro, para que éste sea responsable por mí, así me libero de mi responsabilidad y a la vez me vínculo más a él. De esta manera, soluciono mis dos grandes problemas: responsabilidad y soledad.

Esta forma de pensar, o de no pensar, solamente puede encontrar asidero en un hombre con mentalidad de piedra. Razón tuvo Hamlet, cuando dijo: “ser o no ser”, pues es éste ser, lo que le da sentido a nuestra vida, y en todo lo que se reduce nuestra existencia.

Concluyo, pregonando que es momento de sacar nuestra voz del coro, pues ésta no afecta ni beneficia al mismo, simplemente es una más o una menos del todo. Y el todo siempre es el todo, así como la nada siempre es la nada… Es fuera del coro cuando uno, por sí mismo, puede desafinar y elevar el tono de su voz, y no seguir un compás común. Fuera del coro nuestra voz puede cantar a su gusto, pues ha recobrado su libertad. Fuera del coro mi voz consagra su identidad y existe y, por lo mismo, ya puede trascender. Fuera del coro “soy, pero no somos”.

“Existo porque pienso. Y aún cuando pienso que no existo, existo”.


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