Al bajar del ascensor se encontró con Cacho, hacía años que vivían en la misma planta, pero nunca lo había soportado, era un pedante. Cambiaron unas palabras,aunque no le prestó atención.
Se dirigió a su departamento apoyó la valija en el suelo y probó abrir la cerradura, la llave giró en falso, manoteo el picaporte y para su asombro la puerta estaba abierta....Entró despacio, un resplandor en el centro del salón lo encegueció y el piso pareció desaparecer bajo sus pies. Se sintió caer a través de un remolino de luz y fuego hacia una nube púrpura.
Al caer creyó ver a su vecina del sexto sonreírle al verlo pasar y le gritó desesperado, pero ella no lo oyó. Nadie lo escuchaba. Caía y caía en un grito interminable. El calor y la luz se intensificaron.Intentó aferrarse a las paredes y demás objetos que pasaban junto a él, pero no lo logró.
El quinto y los ladridos eternos de Kuky en la ventana.
El cuarto…. las manos le ardían de dolor.
Uno detrás de otro, los siete pisos le parecieron interminables. Los pensamientos se le acumularon en el cerebro, la sangre le corría acelerada por la venas que a punto de estallar se le marcaban en el rostro cubierto de transpiración y miedo.
El tercer piso, el eco de la voz de Cacho repitiendo vaya a saber que frase y la música infernal del hijo de puta del segundo.
El primer piso..., miró hacía abajo desahuciado. La nube se le ocurrió aún más grande y de diversos colores.
¡Qué mierda!, - pensó - Me voy a estrellar en la alfombra persa de la viuda del primero B, ¿A quién le importa ahora el color de esa puñetera nube?. La vieja loca tal vez vaya a pensar que vengo por las expensas y me va a querer echar a patadas en el culo, ya me lo avisó. ¡Ojalá pueda hacerlo!

De pronto las últimas palabras de Cacho le retumbaron claras en los oídos :
¡Qué suerte que tienes Bernardo!, ¿A qué no sabes quién ....?, ¿A qué no sabes quién....

¡Hola amor!, ¡Qué bueno que regresaste!, ¿A qué no sabes quién vino a quedarse a vivir con nosotros?.

Sí. Ya la ví. Tu máma.

© Norberto Adrian Mondrik.