Cuando te conocí, apenas era una niña, y ya empezabas a desquiciarme. Llegaste envuelto de inocencia, una miradas eran suficientes para mantener viva aquella chispa durante meses, una palabra era prolongada eternamente, una sonrisa el más exquisito de los placeres. A veces mezclé los sueños con la realidad, y aun ahora me cuesta reconocer si esa felicidad que me dabas la encontraba en tí o en mis sueños... era tan bonito soñar.
Al tiempo, cuando en mi existencia ya se empezaba a forjar un alma fuerte, te volví a encontrar. Entonces no fueron las miradas ni tampoco las sonrisas, te conocí rodeado de locura, una locura que solo me permitía soñar con el momento de sentir tu piel acercarse a la mía. Vivir para ti, para encontrarte... nunca hubo chispa, fueron juegos, jugamos a buscarte en las rutinas, en la pasión,… quizás en la obsesión.
De pronto te fuiste y me dejaste hurgando en el sitio equivocado, hurgando en la basura de la monotonía, en la ilusión del mañana, en la decadencia del conformismo, en la crueldad del cansancio, sin embargo me negaba a perderte, quería encontrarte donde siempre, porque creía que solo tú, con tu radiante esplendor, sabías llenar mi vida de plenitud, solo tú, inagotable fuente de ilusiones, llenarías mi alma de felicidad… solo tú que aun no me habías dejado saborearte… luché por renovarte, y disfruté, en mi lucha por un imposible, tú, sin despedirte, sin una señal, sin que me diera cuenta…de nuevo te habías ido. Afortunadamente, tienes un gran amigo o tal vez enemigo, para mi fue tu aliado, ¿sabes a quién me refiero? Sí, a ese. A ese que se encarga de poner cada cosa en su lugar, ese contra el cual no está permitido luchar, ese que hace caer las hojas de los árboles en otoño, para dejarlas nacer en primavera, ese que hace que nadie sea imprescindible, el que olvida, el que perdona,el que recuerda... ese que me dio la fuerza para decir adiós, para seguir luchando por otras metas, por otros sueños quizá tan gratificantes como los tuyos.
Ahora, cuando decido no buscarte, te encuentro, y te encuentro en todos sitios, y siento que ahora quien me ha encontrado has sido tú, dotándome de tranquilidad, de capacidades hasta ahora desconocidas, de nuevas ansiedades, de sueños no atormentados.
Y no me preocupa un nuevo adiós, sé que siempre volverás, porque realmente nunca te fuiste, nunca me odiaste, nunca quisiste enloquecerme, tu intención fue la mejor, fui yo la que buscaba metas equivocadas, encontrando felicidades pasajeras.
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