Los límites de cualquier barrio son bastante indefinidos, a pesar de tener un nombre que los puede identificar, en realidad solo indican una extensión geográfica dentro de la ciudad y este nombre contiene a una infinidad de barrios, que pueden ser similares o no desde un punto de vista físico, edilicio o urbanístico.

El barrio es identificado solo por sus habitantes, sus límites son aquellos que nosotros le damos a pesar de encontrarse dentro de una trama muy similar, así por ejemplo de un lado y de otro de una avenida, esta hace de límite virtual, tanto de territorio, como de vivencias e historias.

El trajinar de la vida moderna, ha provocado en algunos casos, que se pierda la noción de barrio, fundamentalmente en mi opinión por no continuar con la relación de vecino, cada vez somos proclives a aislarnos mas, a perder ese contacto de intercambio de charlas cotidianas. Solo cuando aparecen determinadas crisis, como por ejemplo el caso de la inseguridad, nuevamente surge la relación de vecino.

Si definitivamente se perdiera el barrio como tal, podríamos asemejarlo a ser extranjeros en nuestro propio país, no nos sentiríamos que formamos parte de esas historias simple y cotidiana que conforman a un barrio.

¿Por qué motivo en este comienzo de siglo, en donde la comunicación ha alcanzado un avance inimaginable, tendemos a aislarnos de nuestros vecinos?

Deben existir muchas razones, que nos impulsen a actuar de determinada manera, pero la que en particular me preocupa es la actitud de indiferencia, es decir ese sentimiento de no importarme de lo que pasa a mi alrededor, salvo que me afecte, como en el caso de la inseguridad, y entonces me reconozco nuevamente con mi vecino, pero anteriormente, lo que le ocurriera a él no me importaba.

Esta actitud de indiferencia, la cual no soy quien para criticarla, intuyo que puede tener muchos motivos, tal vez sea un mecanismo de defensa para mantener la intimidad, quiero decir con esto que si bien quiero formar parte de un vecindario, no deseo comprometerme con sus problemas, y quiero mantener mi vida privada en secreto, que nadie sepa de mí, a que me dedico, que gustos tengo, que necesidades, que sufrimientos, que satisfacciones. Solo cuando las urgencias se presentan entonces sí participo.

Es frecuente escuchar los problemas y diferencias que se presentan en un consorcio, a pesar que por lo general son todos copropietarios y por tanto no deberían existir muchas disidencias, por tener un objetivo en común, sin embargo siempre surgen problemas de los mas variados orígenes.

Estos temas de las relaciones humanas, sin duda son complejos y curiosos, y buscar soluciones no es sencillo, o directamente no las tienen, pero si pudiéramos interpretar la importancia que tiene formar parte, de saber que somos reconocidos, mas allá de estar o no estar de acuerdo en determinadas cuestiones, veríamos a dichas relaciones como algo muy importante para nuestras vidas, correr el riesgo de involucrarnos, es muy positivo para crecer nosotros mismos, porque quizás podamos encontrarnos con muchas personas que tal vez estén a la vuelta de la esquina y piensen justamente como nosotros.