Todas las noches eran de gala, los personajes se enorgullecían con los aplausos a pesar de ser solo fantasmas.
Piratas, prostitutas, mucamas, reyes, miles de papeles revivían cada noche la tensión del estreno.
Interpretaciones deslumbrantes, el drama y la comedia cumpliendo el objetivo de entretener al público.
Sobre el escenario los fantasmas continuaban encarnando su papel, para satisfacción de la audiencia.
Allí continuaban las emociones mas profundas de actuaciones pasadas.
Allí continuaban resonando los aplausos de un público de pié, ahora ausente.
La pintura de los decorados y las molduras de la sala, una vez más, lucían resplandecientes.
La magia del teatro se cumplía todas las noches, con ese juego maravilloso, que consiste en interpretar los conflictos eternos del hombre.
Amor, envidia, odio, ternura, sorpresa, representados con gestos y palabras de los hombres para los hombres.
Un sonido seco e insolente perturbó el encanto, la obra se interrumpió, y un rallo de sol iluminó las butacas desvencijadas.
La cuadrilla de obreros inclemente, comenzaba a demoler aquella vieja caja repleta de recuerdos.
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