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Inicio / Cuenteros Locales / bru / Efraín y su maquina de zapatos

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Efraín se dirigió al puerto muy temprano, el sol comenzaba a despuntar sobre el río, y por fin la figura del buque se podía observar en el horizonte.

Efraín esperaba ese día con mucha ansiedad por fin llegaba su máquina de zapatos que había encargado a una firma Europea, y para la cual había invertido todo su capital, incluido un importante préstamo del Banco Nación con garantía hipotecaria por supuesto, si bien arriesgaba su única propiedad, sabía que esta máquina, irrumpiría en el mercado nacional del calzado haciendo añicos a todos sus competidores, todas las firmas mas importantes del rubro se querrían asociar a él, porque de lo contrario fundirían irremediablemente.

De acuerdo al folleto del cual solicitó su traducción por estar en ingles, esta máquina le permitiría realizar alrededor de quinientos pares por hora de cualquiera de los dos mil modelos guardados en la memoria del aparato, sandalias, zapatos, botas, botines, de cuero, de cuerina, de gamuza, con hebillas, con cordones, sin cordones y la lista seguía y seguía.

Solo se necesitaba programar la máquina, cargar a la misma con la materia prima necesaria, cueros, pegamentos, hilos y cordones, encenderla y esperar por el otro extremo que salgan los zapatos para ir guardándolos en sus cajas, listos para vender.

Efraín pensaba, que el adelanto de la tecnología sin duda estaba desplazando a la mano de obra, porque esta máquina suplantaría a no menos de doscientos obreros, pero que se le va a hacer, pensaba, si no la hubiera comprado yo, la hubiera comprado otro. Evidentemente nada se puede hacer con estas cuestiones, o nos modernizamos o nuestro destino será desaparecer.

Ya cerca del medio día el enorme buque anclado a unos pocos pasos de Efraín comenzaba a realizar su descarga asistido por una poderosa grúa, y al cabo de un rato allí apareció suspendida su máquina, perfectamente embalada en una enorme caja de madera, llena de etiquetas multicolores, a Efraín se le soltaron un par de lágrimas por la emoción, toda su ilusión se encontraba en esa caja suspendida en el aire.

Después de una serie de trámites aduaneros, la máquina se encontraba sobre el camión que la trasladaría al galpón de Barracas de Efraín el cual había alquilado porque en su taller no hubiera entrado.

Todo se encontraba listo para la prueba, Efraín tenía una par de empleados de toda la vida los cuales serían los encargados de abastecerla de materia prima y guardar el producto en sus cajas en tanto Efraín se dedicaría a la comercialización y quizás intentaría ingresar en el mundo de la exportación si el mercado interno no prosperaba.

Cuando la máquina se puso en marcha a Efraín le corrió un frío por todo el cuerpo y le traspiraban las manos, el tablero de comando electrónico con sus dos luces verdes encendidas, indicaba que todo estaba bien, por fin desde el otro extremo de la máquina, el encargado de Efraín grito:

¡Aquí viene el primero!, y ahora el otro y el otro!

Al cabo de unos minutos, se formó una montaña de zapatos impecablemente nuevos, que los ayudantes de Efraín no hacían a tiempo a guardar en sus cajas, necesitaron detener a la misma para que no escupiera más. Efraín rebozante de alegría decidió que la prueba había concluido y se dedicarían a organizar todo para lanzar la producción la semana próxima.

Esa tarde después de indicarles a sus dos empleados que ordenaran todo, se fue a su casa a descansar porque la tensión de estos últimos días lo había agotado, Efraín se sentía satisfecho, y un nuevo horizonte se abría para él, pensaba en la cara que pondrían sus competidores cuando inundara de zapatos la plaza a costos tan bajos que sería imposible de competir con el, sus primeros cálculos groseros le daban una ganancia impresionante arrancando con muy poco material, Efraín pensaba que necesitaría alquilar de inmediato otro galpón para acopiar mercadería, un par de secretarias para poder atender las innumerables llamadas telefónicas, pero estos serían temas próximos a tratar por el momento necesitaba dormir un poco.

La campanilla del teléfono despertó a Efraín de su profundo sueño de glorias, esa llamada cambiaría la vida de Efraín para siempre, era uno de sus empleados que le decía:

_Patrón tenemos un problema aquí en la fábrica_.

Si, realmente era un gran problema, la máquina de zapatos de Efraín en la cual había puesto todas su esperanzas y su capital, incluso arriesgando su propia casa, solo fabricaba zapatos para el pié derecho.

En un primer momento, Efraín supuso que se trataba de un problema de programación que indicando una simple clave, algo así como IZC o DRCH, todo se solucionaba, sumado a que el mundo entero sabe que los seres humanos tienen un pié derecho y uno izquierdo, que sentido tendría hacer semejante máquina para un solo pié.

Lamentablemente la firma Europea conciente de que todos los seres humanos tienen un pié derecho y otro izquierdo, habían proyectado y fabricado una máquina para tal fin, solo que en realidad se trataba de dos máquinas por separado, una para realizar zapatos para el pié derecho y otra para el pié izquierdo, las cuales se acostumbraba en algunos casos a comercializar por separado debido a que existían viejos clientes que teniendo ya ambas máquinas compraban solo una con el fin de reemplazar a la que tenían trabajando y luego intercambiar piezas para repuesto.

Lamentablemente este no era el caso de Efraín y el contrato de importación y compra decía claramente una máquina STTREY-UXX34- 01, el 01 correspondía a zapatos derechos y para los izquierdos la máquina se denominaba STTREY-UXX34-02, para Efraín la diferencia entre ese vendito 01 y 02 cambió su vida para siempre.
Después de innumerables llamadas telefónicas a Europa, Efraín se convención que este había sido un lamentable error de interpretación de su parte, en el folleto se indicaba claramente que si bien las máquinas eran idénticas, para realizar un par de zapatos se necesitaba un par de máquinas, en un primer momento Efraín pensó realizar un juicio a la firma Europea por no haberlo asesorado correctamente, ¿pero que argumento podría esgrimir?, si todo el mundo sabe que los seres humanos tenemos un pié izquierdo y otro derecho, y el folleto decía claramente que se trataba de la máquina bla,bla,bla,01 que corresponde al los zapatos derechos y no la bla,bla,bla 02, para los izquierdos.

El pobre Efraín entró en un pozo depresivo, y se encerró en su habitación por una semana, transcurrido este tiempo, comenzó a pensar con mas tranquilidad en algunas soluciones posibles, se le ocurrió llamar a su amigo Carlos Aguristegui que era ingeniero mecánico, juntos al día siguiente fueron a ver la máquina, Aguristegui que era un hombre de rostro muy serio y anteojos de grueso calibre, pidió un destornillador, del mismo modo que un cirujano solicita un bisturí en una operación a corazón abierto, retiró una gran tapa de color verde en donde se apreciaba parte de la sofisticada maquinaria, miró esta compleja maraña de engranajes, cables, y precintos por unos instantes, y mirando a Efraín dijo:

Estos Europeos siempre complicando todo

Luego con mucho cuidado colocó nuevamente la tapa y le dijo a Efraín que necesitaba unos días para realizar algunos cálculos para ver que se podía hacer, pero que no le podía asegurar nada porque el tema era sumamente delicado y complejo.

A Efraín ahora solo le restaba esperar si Aguristegui podría encontrar una solución, al cabo de dos días Aguristegui le pasó un detallado informe con una carpeta llena de planos, que para Efraín era algo indescifrable, el resumen a todo eso era que Aguristegui podría realizar una máquina muy similar a la de Efraín pero que solo podría realizar zapatos de un solo modelo, es decir que para cada modelo nuevo se debería realizar otra máquina nueva, este resultado a Efraín no le sirvió de mucho porque evidentemente, se desperdiciaría todo el potencial de la máquina Europea, y lo peor del caso era que el costo de la máquina proyectada por Aguristegui equivalía a una propiedad como la que ya en estos momentos tenía hipotecada.

En un arranque de desesperación a Efraín se le ocurrió salir a vender zapatos solo derechos con la promesa de que al cabo de unos meses, se les entregaría el otro izquierdo con la ventaja de un descuento muy importante, esta idea no prosperó en lo absoluto, y muchos comerciantes no aguantaban de reírsele en la cara.

Después de pensar y meditar mil y una posibilidades de solución quiso devolver la infernal máquina a Europa, pero le contestaron que solo podría ser posible considerada como una máquina usada y el se debería hacer cargo del traslado en barco, el resultado de esto no le daría ni para salvar la décima parte de lo invertido.

En otra oportunidad publicó un aviso en los clasificados de Clarín que decía:

Quiero asociarme a empresa fabricante de calzado, aporto máquina Europea solo para calzado pié derecho, Tel tal preguntar por Efraín, nadie llamó, solo recibió el llamado de un hombre que tenía una pierna ortopédica para ver si le vendía una zapato para su pié derecho si no era muy caro.

Al mes de esta desventura, Efraín recibe una carta para recordarle que debería presentarse en el banco para pagar el primer vencimiento de la hipoteca de su propiedad, de lo contrario se elevaría su expediente al departamento de Legales.

Efraín se encontraba destruido anímica y materialmente, la solución a su problema ya no era posible, mañana rematarían su casa y sus pertenencias, el dueño del galpón donde se encontraba la máquina había comenzado también el juicio de desalojo, no quería ni siquiera ver mas a esa mole de piezas y engranajes que le habían arruinado la vida, solo quería irse muy, muy lejos para no volver.

A Efraín se le cruzó levemente por su mente la idea de terminar con su vida, así se terminarían todos sus problemas, y decidió primero bajar a la calle a comprar cigarrillos, cuando abrió la puerta de ascensor en la planta baja, no podía creer lo que veían sus ojos, en un enorme camión estacionado frente a su edificio su máquina de zapatos lo esperaba, el chofer del rodado, con una boleta en la mano trataba de encontrar en el portero a un tal Efraín para entregarle un bulto, Efraín haciéndose el distraído salió sin darle importancia al chofer y se perdió por la esquina.

Al cabo de caminar por mas de dos horas, decidió regresar a su departamento, tenía miedo de pensar con lo que se encontraría, y sus temores no eran infundados, la máquina de zapatos con sus mil quinientos quilos de peso, reposaba sobre la calle, cortando una mano de la calzada y provocando un congestionamiento de tráfico infernal, los insultos y bocinazos se escuchaban de a dos cuadras.

Efraín sigilosamente y sin llamar la atención, entró lo mas rápido que pudo a su departamento y una vez en él serró las ventanas y se recostó en la cama, varias veces sonó el portero insistentemente, pero Efraín no contestó.

Cuando Efraín se despertó miró su reloj y comprobó que eran las tres de la mañana, se asomó por la ventana de su dormitorio pensando que la descomunal máquina estaría allí y comprobó que ya no estaba, esto lo tranquilizó al menos momentáneamente.

Su idea de suicidarse se le había pasado, pensando que de alguna forma podría encontrar una solución a todas sus desdichas, solo que por el momento se encontraba tan aturdido que no podía razonar bien.
A Efraín se le ocurrió una nueva idea que podía dar resultado, no había pensado en que estas firmas Europeas son tan meticulosas que no venden nada sin no es con seguro y garantía, y entonces que ocurriría si a la maléfica máquina se destruyera por algún motivo, esa podría ser su solución destruir completamente…………………………………………………………………

Y así fue que en el barrio no se supo nunca nada mas de Efraín ni de su maquina de zapatos, solo comentan que de vez en cuando aparece en los clasificados un pequeño aviso que dice:

Vendo máquina automática sin uso, para fabricación de zapatos solo para pié derecho, se escuchan ofertas, tel, preguntar por Efraín.




Texto agregado el 14-11-2003, y leído por 619 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
02-12-2003 Creo a decir verdad que en un primer momento había pensado que el final para Efraín sería el suicidio, pero me dio pena porque no es un mal tipo. bru
02-12-2003 Gracias por este cuento. La división técnica y social del trabajo crea soluciones y, a la vez, crea nuevos problemas que hay que solucionar con otra máquina y, así, en un espiral interminable. Aunque parezca reaccionario, a veces añoro al vijeo zapatero de la ezquina, que con cola, cuchillo y martillo nos calzaba para el resto del año. Me pareció que tu cuento, por otra parte, termina muy derrepente, sin gran categoría. Echale un ojo a ver si le podrías dar más carácter. Es sólo cuestión de gustos... Janio
 
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