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El hombre de al lado


A mi lado hay un hombre. Tiene el rostro suave y los ojos algo apretados. Viste de café en varios tonos y lleva un pequeño sombrero de ala corta sobre la cabeza, se lo acomoda para ambos lados y cuando encuentra el lugar exacto lo hunde un poco para que no se mueva. Se rasca la pantorrilla con la punta de su bastón y hace cara de estar cumpliendo una obligación con esto, cosa que me parece un poco enferma y un poco sana. Esta operación dura un tiempo conciderable y me comienzo a interesar más allá de mi lugar como observador. Me inquieta la mirada firme pero desenfocada y su resuelto ataque de bastón contra su propia pierna. Intento buscar su mirada por largo tiempo pero es imposible, nada lo separará del placer de rascarse. Aún así continúo mirándolo, es la única persona que hay en este lugar y tendré que esperar toda la noche junto a él, así que pienso que lo mejor es que intercambiemos algunas palabras para no aburrirnos. No me interesa conocer nuevas personas, con las que conozco basta y hasta quisiera conocer menos, menos gente que saludar y menos favores que hacer, pero eso no me preocupa, este es un lugar de paso, muy lejos de casa, y seguramente nunca lo volveré a ver, sería sólo una compañía momentánea que me distraería de preocupaciones que de presentarse durante toda la noche, en total silencio y soledad, de seguro que acabarían por hacerme sentir esa cosa en el estómago de la que me quiero olvidar. Así que no busco su amistad ni sus favores, la situación en la que nos encontramos en meramente circunstancial; el lugar se ha ido vaciando en poco tiempo hasta que finalmente me he sorprendido a solas con este hombre, nadie más nos acompaña y ya se hace tarde como para que lleguen nuevas personas.
Finalmente ha terminado de rascarse dejando el bastón a un lado como si ahora se le hiciera insoportable tenerlo entre las manos. Giro un poco en mi asiento en dirección a él, sólo un poco, no quiero ser muy evidente, e intento cruzar su mirada nuevamente, aprieto los párpados y contraigo las mejillas, pienso en lo que va a pasar y en como reaccionaré. El hombre por fin se inmuta y deja de mirar al frente, su mirada se desplaza por el aire, me alisto para recibir sus ojos pero su rostro se desvía hacia el suelo y despliega la mirada sobre sus pantalones. Los mira en principio algo extrañado y luego parece agradecer llevarlos puestos, hace bastante frío en este lugar y apenas llega la noche, faltarían horas para que el sol se levantase y calentara un poco. Por lo mismo el hombre busca ponerse cómodo escurriéndose un poco en la silla y bajando el sombrero a la altura de los ojos. Pienso de nuevo que si lo dejo dormir estaré sólo durante largas horas y, ya que me es imposile dormir fuera de casa, debería permanecer despierto, de cara a la noche y a mí mismo. Entonces me decido a abordarlo directamente, tal vez tocándole ligeramente el hombro o hablándole de cerca. Pero temo parecer impertinente, a mí mismo me molestaría que se me interrumpiera cuando descanzo o cuando no he dado ninguna muestra de querer hablar o de saludar a nadie. Debo actuar rápido, antes que se duerma profundamente o se cubra totalmente el rostro con el sombrero, porque entonces ¿Cómo lo abordaría?¿Cómo hablarle a un hombre que se esconde del mundo bajo su sombrero?. Una actitud tal es tajante y me dejaría a mí solo, obligado a soportar su plácido sueño, su tibia respiración durmiente. Debo acercármele ya. Noto que todavía, pese a su pose alivianada de hombre presto a dormir, conserva los ojos abiertos y que le tiemblan las rodillas como si estuviera pensando en algo, pero eso puede acabar pronto. Me levanto de mi silla y me paro a unos pocos metros de él fingiendo contemplar el cielo. Error. Hace una noche bastante oscura y sería poco convincente que alguien mirara con detenimiento una noche sin luna ni estrellas, además hubiera podido hacer lo mismo desde mi silla. Así que continúo y me siento a una silla de distancia suya, dejando salir un aire de descanzo al recostarme para que note mi prescencia allí, no quiero asustarle. El hombre levanta un poco su sombrero y mueve su cabeza en señal de saludo, lo hace mirando mis manos y noto que su gesto es el mismo que cuando se deshizo del bastón, luego vuelve a la posición inicial y deja caer el sombrero sobre los ojos. Yo dejo de mirarlo y finjo tararear una canción que verdaderamente no existe. Este hombre me ha ofendido, ¿qué manera es esa de saludar a un hombre que se acerca con buenas intenciones?, Hubiera podido estirar su mano o por lo menos levantarla un poco y seguramente una sonrisa hubiera ido bien, no es algo muy difícil de hacer, ¿qué se cree que no puede saludar correctamente a un hombre?. Dejo pasar un tiempo y el hombre, aunque todavía no duerme, continua sin moverse y el sombrero le ensombrece la mirada. Decido hablarle a pesar de todo y preguntarle el porqué de su mala actitud. Me levanto y me paro al frente suyo.
- Disculpe usted, no quisiera molestarlo, pero, ¿Se ha fijado en la soledad de este lugar? digo, estamos usted y yo completamente solos desde hace un buen tiempo, dos personas, en un lugar como este, en una noche, como usted podrá ver, absolutamente profunda y ennegrecida, en la que uno podría perderse para siempre no más mirando el cielo, en la que muchas cosas le podrían pasar a uno, digo, si estuviera solo, y nadie vendría a socorrerle, imaginese usted, completamente solo en este lugar, en una noche de estas, y que algo le pase a usted, ¿Quién vendría a ayudarle?, Nadie, se la pasaría usted gritando hasta que a su madre le doliera el corazón, pero ella no vendría, si le escuchara, y sabe usted que eso nunca podría pasar, no alcanzaría llegar antes de que todo pasara, se quedaría usted sin aire, si es que en ese momento no le sangra a usted la garganta lo suficiente como para no poder gritar, sí ve, si estuviera solo, cuántas cosas le podrían pasar, ni siquiera le voy a hablar de eso, ya las imaginará usted, mire esos árboles, ¿Los ve?, No se sabe cuántos peligros esconden sus ramas, detrás de las hojas, como puede ver estamos rodeados de ellos, por donde usted mire verá árboles, o creerá verlos, porque de la oscuridad sólo se salva la silueta, no se percataría usted de que algo se acerca hasta que lo tuviera encima suyo, y ahí ¿Qué podría hacer?... ahhh, pero si hubiera alguien con usted, correría a prestarle ayuda, o a lo menos le advertiría del peligro, un grito sería suficiente, y usted podría prepararse, nada le sorprendería ¡Nada!, y pasado esto ¿Con quién comentaría usted el suceso? pues con quien le ha socorrido, eso es lo que haría un hombre correcto, pasarían las horas y usted escaparía al aburrimiento conversando con el que le ha salvado, no se vería obligado a agradecerle, con su atención se bastaría para sentirse correspondido, imagínese usted, una noche así, en que uno se podría enfermar sólo por la oscuridad y el frío, sin nadie con quien poder hablar... tal vez ese fuera el mayor peligro, ver las horas pasar espesas, tanto que usted tendría tiempo para acordarse de todo, de todo cuanto a usted la ha pasado, y estando solo eso lo destruiría, pero si viniese alguien y le distrajiese, ese alguien lo libraría a usted de tan desgraciada situación, la más horrible de todas... y fíjese, con qué suerte cuenta usted esta noche, estoy yo aquí, y usted al frente mío, y he venido a ofrecerle mi compañía para salvarlo de todas esas cosas que le hubieran podido pasar... yo me hubiese sentido honrado con tal acción, ¿Pero qué ha hecho usted? A levantado su sombrero timidamente y ha vuelto a encorvarse en usted mismo, cuidando la carroña de otros buitres, me hubiera podido morir aquí, a solo unos metros suyos, y usted ni se abría dado cuenta, o tal vez sí y no le hubiera importado en lo absoluto, pensando posiblemente "a mí no me pasan esas cosas" pero le pasarían, creame que le pasarían, ¿No ha pensado usted en eso?... Dígame, ¿No lo ha hecho nunca?
El hombre, que me ha escuchado sin moverse, retira su sombrero amablemente y me habla - ¿Quiere usted sentarse?.
Sólo entonces, desde ese ángulo, noto que el hombre lleva una cuna al lado, seguramente en ella ira su hijo, que puede se hombre o mujer, y hasta pudiese ya caminar y sólo duerme en la pequeña cesta de mimbre, ¿Cómo es que no noto un detalle tan importate?. Me dispongo sentarme y ya no puedo mirar a aquel hombre a la cara, ¿Qué le diría después de tan hondo descuido? El motivo de su desinterés es ahora tan grande que me aplasta, un hijo requiere de total atención y no permite distraimientos ¿Cómo es que no he visto la cuna?.
- ¿Cómo se llama usted? - Me pregunta sonriendo sutilmente, podría pensar que es de buena familia por sus modales, y gira un poco hacia mí. Le doy mi nombre, ahora tan apenado que me tiembla la voz.
- Tiene usted razón, es una noche oscura, hace un momento estaba pensando justamente en eso, pero si se fija bien, allá en lo lejos se escucha el cantar de un pájaro, seguramente una rara ave de las que emigran de otras tierras, y sólo eso me ha tranquilizado lo suficiente como para poder esperar aquí, ¿No lo escucha?. - Me concentro un poco y a lo lejos, tal vez tras una montaña, escucho que un ave silva delicadamente, a pesar de la hora, y hasta hubiera podido pensar que era un cantar reconfortante, pero ya no puedo.
- ¿Cómo se llama? - Le pregunto señalando la cuna.
- ¿A qué se refiere? - Responde algo extrañado.
- A su hijo.
- ¿Cuál hijo?
- El tiene usted en la cuna, ¿No es acaso un bebé lo que lleva usted ahí?
- No, en lo absoluto.
- Pero cómo, ¿Qué podría llevar un hombre en una cuna además de un bebé? ¿Quiere usted acaso engañar a los demás fingiendo llevar un bebé? ¿Quiere ganar la condolencia de las señoras y las sonrisas de las muchachas? ¿Qué clase de farsante es usted? - Le pregunto blandiendo mi mano empuñada cerca de su cara.
- No señor, se equivoca, no soy ningún farsante.
- ¿Y qué lleva usted entonces en una cuna?
- Un perro.
- ¿Un perro? - Le repondo consternado mientras guardo las manos en los bolsillos de la chaqueta.
- Si, eso, un perro.
- ¿En una cuna?
- Sí, es el mejor lugar para llevarlo.
- ¿A un perro?
- Sí, a un perro.
- Pero lo sacará usted eventualmente.
- ¿Por qué lo dice?
- Un perro necesita cuidados
- Sí, con no dejarlo caer basta.
- Pero cómo, ¿No le brinda usted otras atenciones más que evitar que se estrelle contra el suelo?
- Habrá que limpiarlo eventualmente.
- ¿Sólo eso?
- Sólo eso, por lo menos hasta que lo venda, el dueño verá qué hace con él.
- El animal debe estar en un estado deplorable, con tan pocos y eventuales ciudados.
- Se equivoca, está más hermoso aún que cuando lo recibí.
- Me gustaría verle.
- Estaría encantado de mostrárselo, pero está envuelto en varios paños, mire usted como lo cuido, y tardaría un poco...
- ¿Lo ha envuelto usted en paños? - Le pregunto con visible rabia.
- Es la mejor manera de cuidarlo. - Responde sin alterarse.
- Realmente me gustaría verlo.
- ¿Realmente?
- Sí.
- En ese caso se lo mostraré - y poniendo la cuna sobre sus piernas retira los paños que lo cubrían, es ahí que veo brillar un hermoso y paralizado perro blanco.
- ¡¿Qué diablos es eso?! - Le pregunto empuñando mi mano bajo la chaqueta.
- Un perro.
- ¿Un perro?, ¿dice usted que es un perro?, es una porcelana hombre, una porcelana.
- Claro que lo es, y muy fina.
- Entonces me ha ignorado usted por cuidar de una porcelana.
- ¿De qué habla?
- Olvídelo.
El hombre guarda silencio un momento pero no se ve demasiado turbado. Yo me encojo en la silla. La noche se ha aclarado un poco y el ave que antes cantaba ahora es acompañada por otras, realmente es una hermosa canción la que cantan. Me levanto de un brinco.
- ¿Se va usted? - Me pregunta el hombre mientras envuelve el perro entre los paños.
No le repondo y vuelvo a mi lugar mirando hacia el cielo. Alcanzo a ver una estrella y me dispongo a pasar la noche completamente solo.

Texto agregado el 24-10-2003, y leído por 206 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
24-10-2003 Tiene mucha imaginacion para figurarse tantas cosas de alguien que no conoce y permanece a su lado hasta que se abre la conversacion. Eso esta muy bueno y hay que cultivarlo. Hombre cultivelo, creo que es uno de sus fuertes. Por lo demas estoy de acuerdo con el comentario de abajo de ades_io Saludes adrianu
24-10-2003 Es una muy larga parrafada, mano... y aunque me gustó debo decir que el final me dejó un poco turbado... no sé. Como caerse de golpe por la ventana o algo así. Me parece que algunas de las partes del dialogo son un poco forzadas. Sin embargo son más cuestiones de gusto que de forma... Un abrazo ades_io
 
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