No pretendo buscar en este artículo culpables ni responsables. Tampoco designar ni al bueno ni al más malo maloso de todos. No me interesan las causas ni las consecuencias. Bueno, ambas me interesan, pero no es mi intención abordarlas aquí, pues supondría indefectiblemente ora equivocarme ora provocar lo que quiero evitar. Amén de una extensión inadecuada del artículo.

No sé si habrán notado, como ciudadanos con ojos y oídos que les supongo, el aumento de la crispación interprovincial de forma salvaje dentro de nuestro país. Antes se daba un "Los vascos son tal y los catalanes cual" completamente reprobable. Pero de ahí no pasaba. Últimamente, sin embargo, estamos asistiendo a unos hechos que ignoro en qué desembocarán. O prefiero no saberlo, la verdad. Boicot a productos catalanes, extensivo a los vascos, persecución de una emisora de radio, tejemanejes continuos buscando la confrontación y el histerismo, movimientos económicos íntimamente relacionados con el ámbito político-social... Mientras tanto, lamentablemente, la población hace suyo el slogan fácil.

Diría, provocado por los exabruptos que mi lado anarcoide está lanzando, que es el momento de que el pueblo tome las riendas y dé un golpe de Estado pacífico. Esto es: que ignore de una vez por todas a la clase política. Es hora de que la gente comience a pensar por sí misma antes de que lleguemos a un punto sin retorno. No hagamos el tonto, que mirad cómo acabó la cosa después de la Segunda República (sin entrar en valoraciones subjetivas).

Pero la sociedad española está dando muestras de no estar preparada para la democracia. O ésta ha sido superada ampliamente por “las circunstancias” y se ha llegado a un punto donde, como lo llama Sartori acertadamente, el homo-videns, alienado por los medios, ni oye ni ve ni entiende. Todos los cauces de la normalidad han sido superados y no veo el punto de inflexión para volver a la moderación y la razón. Y lo que más me aterra: hay gente a quien le viene bien y no parará aquí.

Viendo el panorama actual, es mayor mi pesimismo. Si los políticos, no entraré en la intencionalidad, se dedican a crear problemas y la población no es lo suficientemente madura para autogobernarse -sin plegarse a los balidos, berridos y ladridos de la personificación de la maldad y de la estulticia- no sé quién parará esto. Los taterrestres quizás. Aunque, ¡qué digo! Cuando vengan a salvarnos diremos que nos quieren invadir y matar a todos para acabar con las grandes, libres y unas Catalonya, Euzkadi y EspaÑa. Apañados andamos en este país de diletantes politicuchos interesados y de doctores de coprolalia fácil. De legos homo ludens en los vericuetos de la información útil. De tecnócratas empedernidos y de analfabetos disfuncionales. En este país, en definitiva, de chiste. Tanta historia para acabar siempre igual.