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Y el naufragio no te abandona. Cecilia. Cuatro días seguidos lloviendo. El barco, el bullicio, la gente, los tragos. Fuiste tan feliz. A pesar de tu estúpida cara en las fotografías. Eras feliz. Lo sabes. Lo supiste. Aún lo sabes. Fuiste feliz junto a Cecilia. Junto a su padre barrigón, empresario, borracho. Junto a su madre frustrada, harta de las uñas postizas y el cabello pintado. No era tu mundo. No era tu gente. Estuviste seis meses ahorrando para aquel viajecito. Pero estabas con Cecilia. Y eras feliz con ella. Fuiste tan feliz en medio del naufragio.

La lluvia que no para y tú marcas otra vez el calendario. Van cuatro días. Vamos Juan Carlos, levántate de la cama. Manda a la mierda el invierno, el mal tiempo, la ausencia de Cecilia que cada vez es más insoportable. Vamos, levántate. Deja de mirar las fotografías. Deja de recordar. Olvídate de las margaritas, los martinis, los bloody mary. Olvídate de ella. Olvídate del suegro que nunca te quiso. Ese viejo hijo de puta que se acostaba con cualquier secretaria, asistente o aspirante a cargo de cuarta. Olvídate de don Felipe y sus guardaespaldas.

Pero sobre todo olvídate de Cecilia. No me digas que jamás te lo imaginaste. Su futuro era ese, casada vestida de blanco, con el heredero de turno, con algún compañero de raquet del gordo Felipe. No era tu mundo. Era el de ella ¿Acaso pensaste que Benedetti, que Cortázar, que Neruda cambiarían la historia? Para Cecilia era el pretexto ideal para rebelarse. Rebelión de los bobos. De las niñas mimadas. De las hijitas de papá. Pero tú eres un poeta. Un poeta con futuro. Ellos no eran para ti.

Sigue escuchando a Silvio, maltratando las cuerdas de tu guitarra añeja, mirándote al espejo y preguntando por ella. No va a volver Juan Carlos, ya te lo dije. Siempre te lo dije. Desde el principio. Anda, búscate otra cerveza. Completa la décima. Destápala sin remordimiento. Cecilia no va a volver. Tú eres un poeta. Ese eres tú. No busques más. Vive y sobrevive al dolor, al despecho, a la deshonra de haber querido en vano ¿Y qué si fueron diez meses? Tú fuiste el cabrón, escúchame bien ¡El Cabrón! Ni cuenta te diste de los preparativos, de lo vestiditos, de los anillos.

¡No me digas! ¿Vas a llorar otra vez? Maricón. Debilucho sin talento. Porque desperdiciarlo es negarlo ¿Eso es lo que quieres? ¿Negar el talento que te queda por un par de piernas que salieron corriendo? ¿Por Cecilia? ¡Maricón! Pobre maricón ¿Cuatro días que no te llama? ¿Y qué? Agarra un papel. Ponte a escribir. Vamos, levántate de la cama. No vuelvas a pensar en el naufragio. En ese barco repleto de borrachos atiborrados de plata y descerebrados. No vuelvas a pensar en Cecilia.

Claro, ahora vuelves a mirar el calendario ¿La estará pasando bien en Barbados? ¡Si es su luna de miel! ¿Qué esperas? ¿Qué piense en ti, acaso? ¡Ay sí! Otra vez con la bromita de las pastillas. No seas pendejo, si hasta deben estar caducadas. Fíjate primero en la fecha. Al lado izquierdo. Mira, fíjate primero ¡Que leas la fecha de expedición grandísimo marica! Será que tu madre quiere que amanezcas con la pata tiesa. Ya es la tercera vez y ella no se ocupa de botar el frasquito. Por no ganar los concursos, por haber fallado en el postgrado, porque nadie quería publicarte. Por lo que fuera ¿Pero por Cecilia? ¡Maldito hijo de puta! ¿Dónde están tus cojones?

-¡Juan Carlos! ¿Qué son esos gritos?
-¿Cuáles gritos mamá?
-¡Me despertaste carajo! ¿Qué haces frente al espejo?
-Me estaba lavando los dientes mamá.
-¿Otra vez pensando en la ricachona esa?
-¡Ja! ¿Cómo se te ocurre mamá?
-Bueno, mucho cuidado pues.
-Tranquila, sólo me estaba lavando los dientes.
-¿Cuándo dejarás de ser tan marica? Igualito a tu padre, Juan Carlos ¡Qué desperdicio!
-Tranquila mamá, me lavo los dientes y vuelvo a la cama.
-A ver si hoy empiezas a buscar trabajo, estoy cansada de mantener a un vago.
-Sólo diez minutos más en la cama y me voy mamá, no te preocupes…

Texto agregado el 26-10-2005, y leído por 237 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
27-10-2005 enconstrarse en la historia de alguien es la cosa más alentadora, porque 2una soledad en plural es menos soledad", pero encontrarse en tu propia triste historia de amor... es estar más solo que un guisante, creo yo. iri
27-10-2005 Bellísimo y muy bien llevado****** lagunita
27-10-2005 Espero que sigas "maltratando las cuerdas de tu guitarra añeja", en beneficio de quienes te seguiremos leyendo... Iwan-al-Tarsh
27-10-2005 Espero que sigas "maltratando las cuerdas de tu guitarra añeja", en beneficio de quienes te seguiremos leyendo... Iwan-al-Tarsh
26-10-2005 Es un cuento maravillosamente llevado.Te felicito compañero.***** P.D.La mujer que desprecia a un poeta por un señorito ricachón tonto.,no anda con la cabeza en su sitio.¡Por Dios,por Dios!. Gadeira
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