Los códigos del álma aveces son algo extraños.
Difuminados, confunden. Concretos, cae en soberbia. Asi, llego a refugiar el corazón embrujado de un artifice de la realidad.
Seguro estoy, que si no gusta mi verdad, tendrán que inventar una mentira para estar conformes.
Por eso, algunas veces, prefiero mostrar mi pecho abierto, asi me duela sostener mi esternón para que se vea que hay adentro, así solo tenga que abrir la puerta de mis ojos.
Mientras me revolotea aun aquella Sambita sin alma en la cabeza, llego a creer en el acceso limitado hasta el centro de mi vida. Llego a pensar en coser mi pecho, marcar ese territorio para quien se atreva a verme de verdad, para que no tenga que inventar que soy mas bueno de lo que parezco, o que soy mas abominable de lo que puedo llegar a ser.
Mientras a algunos les duelen los huesos y por eso no salen de casa o no van a trabajar, con un dolor de alma no puedo si quiera falsificar ese pendejo certificado que me permita, avergonzado, quedar en reposo. Porque es el alma la que está contusa, no son mis huesos, para eso hay calcio...o lo que exista, para el alma hay amor, ese es el pequeñisimo detalle.
Los códigos del alma, suelen parecer mas extraños de lo que son.
La verdad es que no hay luto, gripe, odio, llanto, ni berrinche que sirva de excusa para dejar durmiendo el alma en casa. |