En aquellos largos años de dura travesía hubo un pueblo incomprendido que se enfrentó al dolor y la muerte. La amargura los invadió terriblemente sus vidas y en las calles sólo respiraban lamento y agonía. De lejos el viento acercaba los gritos ahogados de almas entristecidas.

Las víctimas inocentes yacían desamparadas, sin techo más que el firmamento, sin alimento más que el recuerdo… y sin familia más que el desconsuelo. La muerte se aproximó a sus vidas, los miró desafiantes y varios no pudieron enfrentársele.

Gotas de color ocre se escurría por las calles; es el llanto que se confundió con la lluvia que atraviesa el cielo. Las lágrimas humanas que se sumaron a las de Dios. Bendiciéndose así los cuerpos sin vida en el suelo… que en paz descansen, pobres, que en paz descansen.

Oraciones, cantos, suplicas de perdón… ya nadie escucha. Nadie quiere escuchar. Los asesinos impartían terror; las bombas y disparos se confundían con las pesadillas lejanas de la niñez. El poder se impone una vez más sobre los pobres. El resentimiento perdura y la paz no llega. El mal avanza atrayendo el fin de la profecía… el final jamás deseado de nuestro querido El Salvador.

Pero un pueblo que lucha al ritmo de su corazón, un país que trabaja para que vuelvan las risas y el amor… puede estar tranquilo; los tiempos donde la azul y blanca ondearán en los cielos libres no es una utopía urbana, no, es una ilusión de 7 millones de esperanzas.

gv98



12 años de guerra dañaron, lastimaron y dejaron profundas heridas en los Salvadoreños. Dicen ahora que hay paz… pero yo no la veo... silenciaron las balas, pero la guerra continúa... ojala un día comprendan y nos dejen de lastimar.