Me estremezco. Te siento. Te veo. Te extraño.
Resisto. Pienso. No quiero, te quiero.
Cierro los ojos, veo mis dedos enredándose en tu cabello
Siento en mi nariz tu dedo índice deslizarse.
Abro los ojos. Pero no. No te tengo.

De nuevo, me estremezco. Te siento. Te veo. Te necesito.
Aguanto. No aguanto. Te hablo. Te cuento. Te confieso.
Te abrazo y te doy un beso.
Sonreímos. Sentimos. Pensamos. Disfrutamos.

Ahora, ¿por qué lloras? No quiero. No quiero verte así.
Quiero ver esos ojitos brillar, quiero ver esa sonrisa que me hace estallar.
Quiero sentir esas caricias que me hacen temblar.
No entiendo. Amo. Odio. Me desespero. Te necesito. No me entiendo. No me entienden.
Observo. Recuerdo. Cosquillas. Sudor. Risas nerviosas. Masajes.
Ojos huyendo de miradas. Miradas que matan. Amor que revive.

Siento. ¿Qué siento? no lo sé. Pero siento. Escucho.
Una voz que me tranquiliza. Una voz que me relaja. Es tu voz.
Volteo a ver. Hay demasiada gente. Te busco. No te encuentro.
Me desespero. Te necesito. Comienzo a llorar.

Me observan. Me escuchan. Me ignoran.
Necesito hablar, no tengo con quién.
Necesito un abrazo, no tengo quién me lo dé.

Cielito lindo, cuéntame, ¿qué te pasa? ¿por qué no sonríes como ayer?
¿Fue ayer? No. Ya no recuerdo cuándo fue.

Porque ha dejado de existir el tiempo.
Pero te encuentro en cada sueño.
Te escribo en este verso.
Te describo en este momento.
Y sé que sonreímos al mismo tiempo.

Sí, tengo miedo. Sigo teniéndote miedo.
Pero debo confesarlo. Yo también me tengo miedo.
Quiero gritar. Quiero llorar. Quiero hablar. Quiero abrazar.
Pero por ahora, sé que eso no va a pasar.