Al mirar al horizonte
vi que cruzaba un cortejo,
fúnebre y lento, muy lento,
parece que andar no quieran
ni quisieran llegar prestos.
Cumplen cristiana misión
de dar sepultura a un muerto.
Un alma que voló al cielo
y atraviesa el firmamento,
va de prisa, va corriendo.
Ángeles que revolotean,
¿por qué hay fiesta en el Cielo?
esperan un ángel nuevo,
y celebran la llegada
de aquél pequeño lucero,
y le reservaron sitio
a la diestra del Maestro.
Mientras abajo, en la tierra,
lloran en el desespero.
¿Por qué lloráis, buenos hombres?
muy claro no lo comprendo;
mientras arriba se alegran,
abajo lo estáis sufriendo.
Corred, enterrad el cuerpo
y no sufráis porque ha muerto,
que en el Cielo está de blanco
y en brazos de su Maestro.
Blanco féretro camina,
los que lo llevan, van lentos,
y detrás, dos almas rotas
de padres en desconsuelo.
¡No lloréis por vuestro hijo!
que ese niño está en el Cielo;
llorad por los que se quedan,
por quienes no están con ellos.
¿Cómo era vuestro hijo?
contéstanme amargamente...,
¡ Si sólo era un pequeño,
cinco años, ya tenía,
y se marchó para el cielo !
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