La llave del cofre de los recuerdos.
Desde niño me había gustado sentarme frente al mar y mirar el oleaje.Ver las olas nacer, allá a lo lejos, y multiplicándose llegar hasta mi a contarme con su murmullo,de sal y espuma, esas secretas historias de extraños y recónditos lugares.
Historias de piratas , de sirenitas de mar, y de amores ,que fueron llenando mi cofre de imaginarios personajes y leyendas.
Siendo ya mayor,después de tantos años todavía me gustaba hacerlo, tratando de descubrir esas olas antes de que se formen,pero la imaginación de niño había ido desapareciendo,y ya no era como antes.Tal vez, al haber madurado, había perdido ese don de poder vivir mis sueños y mis pensamientos locos .
Me daba bronca que todos esos personajes de mi infancia se negaran a salir del viejo cofre y siguieran allí dormidos , sin importarles de mi.Sin escuchar mis gritos.
Aquella tarde ,como tantas otras,había dejado mi coche estacionado al lado de la vieja posada de los pescadores,y como siempre fui caminando hasta los acantilados.
Ahí el mar era más bravío,más agreste,y las olas no murmuraban sus secretos sino que los gritaban tratando de ser escuchadas.
Por eso yo volvía a ese lugar, una y otra vez, buscando encontrar mis historias pérdidas. Historias que,como la huellas de mis pies en la blanda arena de la playa,iban perdiéndose a mis espaldas,cubiertas por la humedad del pasado.
Al acercarme a los acantilados mis ojos, acostumbrados al paisaje,notaron algo distinto a otras veces.
El mar se había retirado,alejándose de las rocas,y un pasillo, de arena y caracolas, se abría ante mi
invitándome a entrar. No lo pensé dos veces, y saciando mi curiosidad, continúe mi caminata atreves de él.
Después de unos minutos,y al traspasar unas rocas cubiertas por algas y corales,apareció frente a mi,como un oasis,una pequeña bahía que parecía no haber estado nunca.Salvo eso,su existencia, el resto todo era normal.
Una larga roca ,que a modo de muelle penetraba en el mar, me invito a sentarme sobre ella.Y fue ahí que de nuevo deje volar al ave de la imaginación.
De pronto la vi aparecer frente a mi:
era una sirena de mar, de largos y cobrizos cabellos, que, regalándome una dulce y profunda sonrisa ,se acerco hasta mi llamandome, por mí sobrenombre de niño, con esa melodiosa voz que tienen las sirenas,y me entrego esta llave. La llave del cofre de los recuerdos.
© Norberto Adrian Mondrik.
Texto agregado el 27-07-2005, y leído por 51 visitantes. (4 votos)
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