El viento pasa susurrante por la noche,
una fría escarcha
y mi voz agonizante.
Recojo mi llanto, camino en mi soledad.
Mi garganta se ha secado- terrible sequedad.
Déjame beber de nuestro amor-
pero en lugar de agua fría encuentro el dolor.
Vino tinto gotea de tu ausencia, no puedo calmar mi sed.
Una sentencia agridulce es morirme a tu lado,
sellando con un beso el adiós agonizando.
No me desampares en la nada
tómame de la mano
vagaré contigo en la calma.
No me claves los puñales-
mi corazón quebrante te seguirá dando señales,
sólo déjame besarte en éste inmenso frío,
en el yermo infinito de la soledad.
Al atardecer se prenderá la llama,
mi desnuda mirada te quemará.
Y las mañanas tejarán los secretos-
en el collar más bello de tu triste amor.
Curaré las heridas de tus lamentos
lagrimean mis ojos del dolor.
Adornaré mi cuello con tu ausencia,
clavaré en mi pecho tu dulce esencia
y me despediré con un zumbido
siguiendo tus pasos hasta el atardecer.


© Natalie Najshomov, agosto de 2005.