A pesar de haber transcurrido varios años, aún recuerdo a Ramona,“la Negrita”, con su cara de niña adulta y sus ojos tristes y temerosos bajar del carro, con caminar incierto y apretando entre sus brazos su pobre equipaje, algunas ropas remendadas, envueltas en un trapo deshilachado.

Marisa, nuestra vecina y madre de mi amigo Adrián, nos informó que la niña es la mayor de diez hermanos, viven en las montañas en un rancho simidestruído y en completa indigencia; por este motivo, la madre de “la Negrita” le dijo a Marisa, -Vea, doña, llévesela a la Ramona, aquí pasa hambre, llévela para que la ayude a cambio de comida y zapatillas.
-AH! doñita, y porque no me la manda al colegio, para que el día de mañana sea alguien .
Así llegó Ramona, la negrita, como comenzamos a llamarla a convivir con la familia Ruiz.
Entre sus obligaciones, debía cuidar al bebé de los Ruiz y realizar algunos pequeños quehaceres domésticos y en sus momentos libres hacía sus tareas escolares.
Fue bien tratada, pero manteniendo la distancia con los dueños de casa.
Se sentaba a la mesa con la servidumbre y con ellos dialogaba.
Al finalizar el año escolar, la maestra obsequió a la Negrita, una muñeca, como premio a su dedicación al estudio y su buen comportamiento. La recibió con lágrima en los ojos. !Jamás tuvo un juguete!
A partir de ese momento, su vida cambió, tenía algo muy suyo a quien amar y cuidar..
La trataba con tanta devoción y delicadeza, como si fuera de cristal.
Todas las noches, antes de acostarse, la acariciaba con ternura, la acunaba en sus brazos, la besaba, alisaba sus vestidos, con sus delgados dedos peinaba los rubios cabellos; después de este ritual, la llevaba a su cama y dormía abrazada a ella con una sonrisa en los labios.
Una tarde, junto con otros cuatro amigos, fuimos a jugar a la casa de Adrián.
Jugamos y reímos toda la tarde, hasta que en un momento dado, Adrián nos dijo, -Quieren divertirse,¿ pero divertirse a lo grande? Salió y regresó con la muñeca de la negrita, y elevándola en el aire, gritó - !Gana el que la agarraaaaaaa!!!!!!!!
La niña desesperada, suplicaba,- ¡No, por favor, niño Adrián, por favor! Todos nos disputábamos el trofeo, la pateábamos, la tirábamos al aire, mientras la Negrita, llorando con impotencia, trataba de recuperarla.
Todos sus esfuerzos fueron inútiles, Adrián y Raúl, comenzaron a tironear la muñeca hasta que le arrancaron primero los brazos y luego las piernas, saltábamos sobre el cuerpo y cabeza hasta dejarla completamente aplastada.
Con esa “crueldad inocente” de los niños, que no miden el daño que pueden hacer, comenzamos a reír y aplaudir.
Los llantos y gritos de Ramona eran desgarradores.
De pronto, entró la mamá de Adrián con su bebé en brazos y ofuscada exclamó: - ¿Qué pasa aquí? Con tanto griterío despertaron al niño.
Todos quedamos callados, sólo se oía el gemir lastimoso de la Negrita, mientras sus lágrimas corrían a borbotones sobre su rostro.
_ ¡Qué desastre! -exclamó Marisa, -Adrián, vete al patio a jugar con tus amigos y tú, Ramona, recoge estas porquerías del piso y tíralas a la basura.
La Negrita juntaba una a una, las partes aplastadas de su amada muñeca y prorrumpía en lastimeros llantos.
Marisa, molesta, exclamó: ¡BASTA YA! -tanto escándalo por un juguete roto!
Ya no tienes edad para jugar con muñequitas, date prisa, termina de limpiar y le das el biberón al bebé.
Ramona, secándose las lágrimas de un manotazo, respondió -Si señora,disculpe usted.
Junto a su muñeca destrozada, enterró muy dentro de su alma, sus sueños, sus ilusiones y su pobre niñez muerta antes de nacer.