Tres árboles plante un día,
y al siguiente los regué.
También los regué al segundo,
mas al tercer día me olvide.
Al cuarto día, corriendo,
hacía ellos me acerque,
el más grande había muerto,
y a su lado lo lloré,
también lo lloré al segundo,
cuando dos días después,
de regarlo,nuevamente,me olvide.
El más pequeño vivía,
pero sin quererlo hacer,
solo después de tres días,
a él lo volví a ver.
En sus ramas habían hojas,
también flores,
y así fue,que a su lado,
para siempre me quedé.
© Norberto Adrian Mondrik.
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