Ahi estaba, hermosa y radiante parada en un extremo del camino con el pasado a sus espaldas. Una y otra vez repasaba su vida haciendo un recuento de sus errores mientras esperaba la señal para comenzar a avanzar por un hermoso sendero formado por flores blancas.

Ese era su momento, momento que bajo otras circunstancias hubiese sido el mejor momento de su vida.

Miró a los lados y al verse rodeada de la gente que mas queria sintió una infinita felicidad.

En el otro extremo estaba él. El hombre ideal, el mas sincero; un hombre dispuesto a protegerla y darle todo lo que una muer podía desear.

Se aferro fuertemente al brazo de su padre y por fin comenzó a avanzar. Los recuerdos seguian invadiendo su mente a cada paso. Se llenó de los recuerdos mas agradables y también de los más amargos, su infancia y su juventud.

A pesar de todo se sentía bien consigo misma. Sabía que había aprendido de sus errores, se enorgullecia de sus éxitos y sus aciertos; y ahora podía estar satisfecha de haber vivido como lo habia hecho.

Este era el momento de darle fin a una etapa y comenzar otra.

Miró a su padre a los ojos con el más puro amor, después miró a su madre dirigiendole una sonrisa de gratitud por haberla convertido en la mujer que era ahora.

Por fin habia llegado al final del camino. Por fin se encontraba junto al amor de su vida. Apretó su mano y le dijo cuanto lo amaba.

Volteó al cielo dando gracias a Dios por toda esa dicha, respiró profundamente y en un parpadeo cayó fulminada entre los brazos de quien a partir de hoy seria su dueño.

Jamás recobró la conciencia...

Después de todo ese era el sueño que siempre había tenido y del cual preferia no despertar.