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Los escritores son personas distintas y no puedo incluirme entre ellas. Lo siento, pero hoy, domingo aun no son las ocho de la tarde, y completamente borracho, no me encuentro en condiciones de mentirles. Me parece de mal gusto. De hecho, todo esto que estoy haciendo, me parece una auténtica tontería, pero al menos, da cierto sentido común al hecho irremediable de no encontrar, y créanse que no la encuentro, una explicación a mis actos. No esperen, y es una aviso, por si se arrepienten y no quieren seguir adelante una historia linda, ni siquiera mágica o incierta. Lo que sigue, salvando unos pequeños detalles, es sólo reflejo de eso que llamamos realidad.
En el coche, flamante y plateado, sonaba una canción de tantas que hubiera querido vivir. “Tampoco esta”. Pero sonaba bien, y le dejó continuar. Hacia un rato que había abandonado ese garito de playa, uno de los pocos que resultan tolerables, pese a la presencia siempre incómoda de seres, no merecen el apelativo de personas, o al menos eso pensaba él, por ser copias previsibles de la moda del momento. Depilados, con medio calzón visible y un aire desarreglado que denota, a penas se estudie un poco, horas de preparación frente al espejo.
Había estado ahí, tomando cerveza, dejándose mecer por su libro, otro de una larga lista, al son de un poco de chillout, una ligera brisa marina y la esperanza, no poco inocente, de que el destino, la vida, o llámele usted lector como buenamente quiera (hay quien lo identifica con Dios) le diera una sorpresa y resultara que su estancia en aquel sitio, tuviera algo, una migaja, de sentido.
Sin embargo, las horas pasaron y nada, absolutamente nada ocurrió.
Era el local más cercano a su apartamento, la historia era aún reciente, y los besos, caricias y otras uniones, permanecían frescas en su memoria (y quería, cómo nos pasa siempre, que en la suya, en la de ella, también). Quizá apareciera. Puede que el destino, aunque siempre escrito y caprichoso, se apiadara de ambos y les diera un poco de eso que conocemos como felicidad. No vino al caso.
Todos sus recuerdos claros, nítidos, de lo que habían compartido en aquellos últimos dos años, no cambiarían nada el desenlace de esta historia. Puede que el destino de los hombres sea ser expulsados de un paraíso siempre perdido, puede que, sencillamente no estemos diseñados para ser felices, o bien, quitando trascendencia a toda esta historia, que, sin más, no se quisieran lo suficiente para superar la vida y su rumbo tan marcado. El hecho, es que por más recuerdos gratos que le vinieran a la cabeza, por más que diera una justificación u otra a los malos momentos (viene muy bien tener culpables ajenos a la hora de entender y dar razón de ser a los fracasos) ella seguía sin aparecer.
Llegó al coche, esperando un mensaje en el teléfono móvil, una llamada perdida, algo, lo que fuera, que le permitiera escapar a tan cruda, y dura, y mediocre, realidad. Nada. No había nada. Salvo esa canción en la que un día creyó, pensando que era posible vivirla, esa que decía aquello de que es posible zafarse del propio destino, de la mediocridad que llevamos escrita en los malditos genes.
Nada.
Sé, querido lector, que usted espera que ella acudiera a ese tenderete cuando él no estuviese, que pensara también en él. Dos años de relación entrevelada hacen que cualquiera de nosotros, en nuestro afán de ser mejores, pretendamos una historia más hermosa, más digna de ser escrita y leída. Sin embargo, es algo que no sé. No sé si ella fue a ese mismo sitio instantes después o si acaso, no llegó a ir nunca, o irá con otro, más de moda que el primero.
Yo ya le advertí y no admito que se queje ahora, que esto era una historia mediocre, de esas que nos ha sucedido a todos, y que, nos impiden volar.
Le diré, en voz baja, y casi avergonzado, que aún suena esa canción.


Give me a stone when I`m needing a plateful
Hand me an empty cup and I`m thursting for more
Throw me an anchor coz I`m needing a lifeline
Watch me sink to the bottom
Numb my senses to everything beautiful
Show me pain in the sweetness of love
Stick the knife in and twist while you hold me

Tease me
Take me to the top of the mountain
Show me
All the things you never let me have

I am afraid of the fear that makes me scared
It`s a wall too slippery to climb
Where are you in my black and white picture?
One more ocean to cry
Watch me now as I sink to the bottom
You stay afloat on your fluffy white cloud
You wanna teach me another life lesson

Tease me
Take me to the top of the mountain
Show me
All the things you never let me have


(Naked Raven, Sink)

Texto agregado el 29-07-2005, y leído por 125 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
01-08-2005 me gustan las historias reales, muchas imagenes, y que yo creo que a más de alguno nos ha pasado,y bueno si borracho escribes así, me imagino que sobrío lo harás mucho mejor corazonpartio
29-07-2005 Me quedé con las ganas,no sé inglés y tampoco tengo quien me traduzca ;al menos si supiese el título la escucharía y acabaría por entender esta historia de desencuentros.Linda por cierto,nada aburrida.***** Gadeira
29-07-2005 vale.... me llegó, me gustó y se ven las imagenes entrecortadas a modo de un cortometraje de verdad. la música, silente acompañía. PLACEBo
 
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