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El pimiento
(de: Historias clandestinas)
Con mucho cariño a Susurros
Dedico este cuento a 6236013 o
Marta Victoria y con mucho aprecio al peñi Rubén (Newen) y a todas las cuenteras y cuenteros que ansiamos vivir en un mundo más humano, más solidario e igualitario, Un Mundo en donde sea POSIBLE HABITAR TODOS)
Y el Chofer de ese camión llevaba y traía carga desde el norte chileno, varios días y de regreso debía mamarse en cada viaje, el sol de la pampa le agotaba, allá entre Iquique y Antofagasta en donde salvo un par de posadas y las oficinas salitreras que aun quedaban en pié o como cementerios no había nada más, solo sol en el día y camanchaca fría en la noche y el llano liso de tierra horadada por las barrenas y palas de los obreros calicheros allá en los últimos años del siglo 19 e inicio del veinte.
Aquel conductor de camión había nacido en las tierras de la selva valdiviana. Le encantaba mirar el paisaje colorido de los cerros nortinos, aquellos que muestran sus riquezas a través de los colores, sean los verdes turquesas de los cerros con cobre o café de hierro y la gran gama de colores que hay entre ellos.
Pasado Los Vilos comenzaba a echar de menos su sur lluvioso y verde y a medida que comía kilómetros de carretera le sumía la depresión por ese color de tierra y mar, cuando regresaba desde Arica detenía su camión en el cruce del río Loa, bajaba y en alguna parte de un salto cruzaba el río, eso siempre le traía el recuerdo del Bio-Bio o del Calle-calle con sus grandes caudales de agua.
Cuando iba desde Valparaíso a Antofagasta, veía que un poco mas allá de La Calera se iniciaba el dominio de los grandes pimientos y que en la pampa atacameña además del tamarugo era el único árbol que lograba mantenerse en pie regalando algo de sombra a los viajeros, sus troncos evidenciaban la dificultad para crecer, nunca crecen rectos como las araucarias o los eucaliptos invasores que matan la tierra y secan las napas subterráneas –se decía cada vez que los miraba a la entrada de Copiapó- sus troncos culebrean como buscando la ruta más húmeda para ascender al cielo, su corteza llenas de heridas, costrones y cototos coronados por sus hojas pequeñas encajadas en cada uno de los racimos de verde clorofílico, además, se ven hermosos cuando maduran con sus pequeños frutos, tan rojos y de olor tan penetrante.
En sus viajes al norte con su carga de vegetales o cuando regresa con mil y un articulo de otras tierras, lleva o trae a la gente que le hace dedo en la carretera, así día a día, viaje a viaje va sumando historias de esa pampa árida, a los que siempre sube a su cabina es a los habitantes del desierto, su termo siempre con agua hirviendo, el mate y la yerba siempre a mano, así que con sus pasajeros ocasionales conversa la amistad con un mate en la mano.
Aún es época de sobrevivientes de las grandes y pequeñas oficinas salitreras, por lo que conoce mil historias y más de un sobreviviente de alguna matanza ha llevado, es hombre de trabajo, agacha la cabeza con ira cuando oye de los llamados palomeos, o de La Curuña, de San Gregorio y que decir de la Escuela Santa María de Iquique, le cuesta entender que a los mineros del salitre las pagaban con fichas y que dichas fichas eran solo canjeables en la misma oficina, y que los negocios en las oficinas eran de los mismos dueños de las oficinas, “las pulperías”, y que allí se cobraba más del doble de lo que costaba en el puerto de Iquique, así que además de lo escaso del salario, este se lo comía el mismo patrón.
Le contaron que muchas oficinas tenían nombre de mujer y que eso era en honor a la amante de turno del dueño.
Cada vez que entraba en el “Llano de la paciencia”, sacaba una cassette de su guantera y ponía una canción que le encantaba
“Tengo semillas y otras especias
que hacen milagros con las conciencias
fertilizantes para desiertos
muchas mañanas de cielo abierto
juegos sin trampas historias nuevas
nuevos caminos, canciones nuevas
hasta pomadas que curan heridas
de esas que solo deja la vida
y poco a poco tengo una promesa
que echen del mundo tantas tristezas”
Trataba de siempre ir acompañado en esos sequedales, no podía dormirse, algún viaje lo hacía con su mujer, más nunca se cansaba de mirar el horizonte, jamás olvidaba de soñar con sus verdes sueños, en sus sueños mira a los hombres de la pampa, con sus trajes de tela de saco harinero y grandes barretas o barrenas y palas para cargar el caliche en los vagones. Pensaba en los enganches de campesinos en el sur, cuando llegaban los enganchadores y les vendían la pomada a los inquilinos de que en la pampa se harían ricos sacando salitre, y los huasos buenos p´a la pala y para trabajar horas y horas bajo el sol, tomaban sus pertenencias, las metían en un par de sacos, cargaban hijos y mujer, se encaramaban a los trenes y marchaban al norte a tentar suerte, pero la suerte estaba en salir vivo de allí.
Observaba los pimientos, le gustaban por que su raíz se agarra a la tierra busca el agua y crece, en algunas oficinas los había, un día, estando en la capital, pasó por un vivero de plantas y compró un arbusto, un pimiento, lo llevó a su casa, su mujer no entendía nada ya que no lo plantó ni en la calle ni en el patio, lo metió en un tarro grande, con mucha tierra, y lo guardó, cuando vio que había sobrevivido al primer cambio, lo subió al camión, cargó algo de tierra vegetal, pala y chuzo y una lata con 20 litros de agua, partió con su proyecto de árbol al norte, esa vez llevaba sandias, melones y su pimiento, cada cien o mas kilómetros baja a mirar como iba su àrbolito y llegó a Antofagasta y sé metió a esa pampa, en la mitad del camino entre Iquique y Antofa, detuvo el camión, tomó al árbol y lo bajó, con chuzo y pala hizo un hoyo grande, puso tierra de Santiago, metió el tarro con el pimiento, rompió la lata en varios lados para que lar raíces saliesen por allí, le colocó los veinte litros de agua y puso un cartel al lado. “Compañero de ruta, si llevas agua, dame de beber que tengo sed, mañana te convidaré sombra”
Cuando detenía la máquina en alguna posada y bajaba a almorzar con algunos otros colegas de trabajo, conversaba del pimiento en medio de la pampa, la mayoría se reía de él, hacían bromas, le colgaban motes, “pimentel” le llamaron muchos, pero, el hombre siempre decía que crecería el árbol, que crecería como crecen aquellas animitas en la vera de las carreteras, se afirmaría a la tierra y sería como un lunar de sombra en la pampa, casi siempre decía “así como le colocan velas a las animas en donde fueron muertas, así llévenle algo de agua al pimiento” bromas iban y venían, pero, sus ruegos por el agua para el árbol hacía mella en la mente de los camioneros, y comenzó a ser normal que día a día se viese parado algún gran vehículo en medio de la pampa, justo allí en donde había una ramita con algunas hojas verdes, el chofer parado en medio de ese desierto con 40º, 50º o más de temperatura y echando agua al pequeño pimiento, este, porfiado como el mismo chofer sorbía el agua solidaria, la bebía con ansias, y crecía. Al inicio de los días de sol y noches frías no se notaba como crecía, pero, el dueño (dueño es un solo decir) observaba con alegría cuando en cada viaje contaba las ramas y hojas y habían más, centímetro a centímetro subía, enclenque en un comienzo. El árbol comenzó a engrosar su tronco, el cartelito se cayó con el viento pampino, pero, ya no era necesario, no lo era porque los hombres de la ruta, paraban y volcaban agua en su tronco, las bromas se iban transformando en charla, muchos se sentían algo a sí como dueños o padrinos del “arbolito”, discutían por la cantidad de ramas que habían brotado, unos decían que habían crecido cinco y otros siete o diez, la cantidad de sombra que regalaba, si había alguien que no sabía se le contaba y se le pedía llevase agua de más y se la diese al “arbolito” éste, crecía y crecía, el viento lo llevaba de un lado a otro, su tronco culebreaba al cielo, un día, amaneció rojo, era como la canción, pimiento rojo del norte, en alguna posada esa noche se brindó por las pequeñas esferas rojas, había florecido y dado sus frutos, era como un ser pleno, hubo alegría.
De alguna manera el paisaje lunar cambió, al cabo de un par de años, el pimiento fue árbol, ya fue sombra, fue asilo a los que allí se pararon a charlar, a colocar agua y por que no, un día algún camionero chofer llevó a la pampa un tambor de doscientos litros, limpio lo colocó al lado del ya pimiento maduro y le volcó agua limpia, colocó un trozo de azufre para matar las bacterias y se fue, ese estanque fue llenándose con el agua necesaria en medio de la aridez, y quienes llegaban con los motores de sus camiones hirviendo peligrosamente, sabían que encontrarían agua limpia, pura para sí (aunque algo tibia) y para el radiador que necesitaba de esa agua, hubo una mesa hecha con tablas de quien sabe donde, mesa construida para la charla en el desierto, ese gran trozo de tierra del que se dice es el más árido del planeta.
El pimiento verdirrojo creció con la fuerza de la tierra o como diría mi peñi Rubén, con la Newen mapu.
En la planicie de esa pampa en donde parece un pequeño lunar ante tanto café de tierra y arena que se ve tan bello como una de las pecas en la frente o espalda de esa gitana de nombre Aylaia, bello y libertario como el espíritu de los habitantes del desierto y los gitanos que recorren el planeta.
Sus frutos rojos iluminan tanto como iluminan la primavera las flores del almendro y los azahares blancos del jardín de Marta Victoria.
Curiche Invierno 2005
(la historia del pimiento se la oí a compañero de viaje en un bus cuando iba a Antofagasta a tomar el lugar que me correspondió en la lucha contra la dictadura feroz que asoló la patria entre 1973 y que aun no acaba del todo)
Newen en un comentario ha escrito los verss de la cancion que hizo Victor Jara a los pmientos de la pampa. Lo coloco en el mismo texto que refleja al arbol y al hombre que habita esos lugares.
EL PIMIENTO
(Victor Jara)
En el centro de la pampa vive un pimiento,
sol y viento pa’ su vida, sol y viento.
Coronado por la piedra vive el pimiento,
luna y viento lo vigilan, luna y viento.
Cuando sus ramas florecen es un incendio,
tanto rojo que derraman,
rojo entero, rojo entero.
Nadie lo ve trabajar debajo ‘el suelo,
cuando busca noche y día su alimento.
Pimiento rojo del norte atacameño,
siento el canto de tus ramas en el desierto.
Debes seguir floreciendo como un incendio,
porque el norte es todo tuyo,
todo entero, todo entero.
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Texto agregado el 24-07-2005, y leído por 799
visitantes. (57 votos)
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Lectores Opinan |
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02-06-2008 |
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muy bueno , nos lleva a mirar la vida de otro modo,a la vez es un homenaje a los pimientos . sobrevivientes q somos todos . brotamos de sueños como los del camionero , cracias tambien a victoria que me llevo a esta paguina. antooun |
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13-11-2007 |
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Es un magnifico regalo tierno y sutil homenaje para tan emprendedora mujer que muchos colegas llevamos en el corazón al igual que tus textos y los de ella sin contar los de otros tantos angeles que por medio de las letras entregan su magia y amor a la humanidad con sueños de algún día convertir el mundo en un mejor lugar... arcangel_solar |
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07-12-2006 |
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Una entrañable y preciosa narración.
Vi crecer al pimiento y noté como se agarraban las raices al suelo caliente donde fue sembrado. Es magistral y sentido este relato. Descrito con amor nos deja ver paisajes de tu Chile y nos aproxima al alma de las personas que con amor riegan el árbol.
Emotivo, bien narrado y bello cuento. Noguera |
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11-11-2006 |
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Simplemente decomunal, despampanante.
Nuevamente me dejó boquiabierto. me gustó muchisimo.
Felicitaciones, maestro.
Un abrazo fraterno, amigo.
******** bohemio5 |
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03-08-2006 |
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leerle ha sido como realizar un recorrido por sitios muy hermosos. ***** maffer |
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14-06-2006 |
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Genial pluma la que utilizas, Curiche. Hasta logra meterme en tu relato e imaginarme cada elemento descrito. ***** SorGalim |
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27-04-2006 |
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Compañero curiche......algo aprendí de este relato.....en la plaza de Copiapó los pimientos semejan extrañas seres con sus troncos curvados.y siempre me pregunté a que se debía.....
gran historia....
te dejo mis estrellas.......
la plaza de Copiapó debe ser una de las más hermosas que he visto
trotskki |
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17-04-2006 |
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Ohhhhhhhhhhhhh, me emocioné, ¿sabes?, no me ocurre siempre esto de la emoción, me acordé de mí, jajajaja, estuve 3 años tratando de que un Ibizco saliera de la tierra donde lo planté, todos se reían de mí, lo regaba todos los día a gotitas, cuando me tuve que ir del norte, dí vuelta mi rostro para ver por última vez mi casa, miré la tierra y me percaté que mi ibizco se había asomado para despedirse, snif, snif, bello tu relato, me facinó, voy a tener que tocar tus manos para que se me pegue algo de tu espléndida narrativa.Un abrazo amigo y felicidades***** lapluma |
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04-12-2005 |
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¡Tantos lugares y sensaciones en las que me reconozco! ¡Dios! Gracias por invitarme a leer este relato. Es simplemente hermoso, Juan Manuel. ***** vacarey |
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20-10-2005 |
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Muy buena tu historia... cada momento está bien relatado, aunque si tengo que hacer una acotación, sería la de arreglar algunas faltas ortográficas, como las comas o algunos tildes, todo lo demás está lindísimo, besos y estrellas samisis |
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20-08-2005 |
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Y... bueno que más añadir a lo ya leido por tus lectores. sí, desde luego es un placer leerte curiche, tus historias llenan, rebosan de naturallidad e imaginación y encima ahora transcribes una historia popular y la reinventas de una forma sorprendente. Mil estrellas te doy y mis fellicitaciones. josef |
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16-08-2005 |
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(dedicatoras a dos personas a las que aprecio entrañabalemente Vicky ... Rubén) un beso y un abrazo a ambos. (además allá viven tantos cuenteros tan talentosos, creo que la patria hereda ) amayrany |
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16-08-2005 |
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UFFFFFFF que maravilla de narración, de gente de nación... emociona leer tus palabras Curiche, y no es la historia en sí (que vaya que es súper interesante) se lee golosamente por que detras se presiente que eres sentimiento y letras (todo junto y en licuado). Como todo lo tuyo... excelente ***** amayrany |
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16-08-2005 |
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Me trasladé hasta el norte, hasta el pimiento.
Y fui pimiento haciendo rojos mis cristales, también bebí el venero del agua compartida, sentí las manos solidarias en las ramas.
Esa es la nota que guardaré entre mis reflejos, la amistad, la mirada el canto eterno, la soledad compartida con en mi follaje, con cada hoja que ha crecido con sus gotas.
Hermoso trabajo, recopilación de sentimientos, cadena de tibiezas desparramada por el norte, manos de horas de trabajos, sacrificios, silencio y tal vez lágrimas, y acogieron con humildad esa tarea preciosa, de dar vida y compromiso a esa pequeña vida.
Te dejo derramados mis cristales, algunos son reflejo del pimiento. *****
cristales |
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07-08-2005 |
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Dios mio!...Que maravilloso escribes y describes, veia la pelicula de tu historia mientras te leia, eso solo quiere decir que eres MARAVILLOSO, y que si hubieras "grammys" en esta pagina, te los llevabas todos, tus compatriotas al igual que nosotros tus amigos se deben sentir orgullosos de ti. Un beso grande de esta vieja amiga que no te olvida, y un millon de estrellas... Debbie |
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06-08-2005 |
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Hermoso texto, que quieres que te diga, me hiciste sentir el sol de la pampa sobre mi cabeza, mis ojos se "achinaron", por ese brillo reinante de nuestro amado desierto. Nada que hablar sobre las mensiones, Victoria, una de las más grandes mujeres de esta pagina (sin menos preciar a las otras que conozco), con la que he tenido la suerte de hablar en más de una ocación, al igual que Aylaia, una mujer que adoro y que se esconde bajo sus susurros, con la que también he tenido la oportunidad de oír su dulce voz, y nada que decir del compañero Newen que sé, nuestra Madre Tierra se va a hacer complice del día en que todos estemos unidos compartiendo. Curiche que quieres que te diga, no dejas de sorprenderme y nada, solo agregar que este texto me fascinó por su magia y por ese amor que le entregas a nuestras pampas que me acogieron una y mil veces en su seno.. felicitaciones y millones de estrellas para que adornen las noches de ese pimiento pampino, mágico y solidario. mateoroquesk |
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30-07-2005 |
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Hermosa personificación del pimiento, muy bella descripción de las dificultades de su crecimiento. Creo que has captado magistralmente la idiosincracia de los caminantes de las rutas y sus maneras de contribuir a un proyecto común. Preciosa analogía de lo que puede el trabajo solidario y la férrea voluntad de las personas. Y es mu cierto que "lo que el árbol tiene de florido/ vive de lo que tiene sepultado". Felicitaciones, mis estrellas. saraeliana |
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29-07-2005 |
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gracias amigo me has hecho viajar, por tus hermosos paisajes he disfrutado de oloresy colores y como si eso fuese poco, disfrute de la sombra de ese noble pimiento en medio del desierto, ademas de descubrir el alma de esos sacrificados y anonimos trabajadores que recorren nuestros caminos dia a dia. mis estrellas andinas junto a un fraterno abrazo brisandina |
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29-07-2005 |
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Que bella historia mi querdio amigo, cuantas cosas podríamos lograr con una pizca de la tenacidad del protagonista, si pudieramos entre todos organizarnos y luchar por un bien común, es una historia que conmueve, que te deja pensando en todo aquello que soñamos, y los sueños son realizables si luchamos y perseveramos. bellísimo cuento, mis estrellas para ti.***** Arianna |
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29-07-2005 |
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Relato inolvidable Juan Manuel...ir y hacer el primer gesto, dejar a los otros continuar con el baile, porque solo entre varios se levantan de a poco los lugares donde hacer un arito. libelula |
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28-07-2005 |
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Es una de las historias más bonitas que he leido en tiempo.Nos traes la más genuina tradición,la de la transmisión oral,de las historias que acaban convirtiéndose en leyenda agarradas en todas las generaciones.Bello acto el del camionero,bello su corazón.Mimada y trabajada como siempre tu forma de narrar.Felicidades compañero.***** Gadeira |
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28-07-2005 |
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¡Grande que eres mi viejito!...aquí cagandome de frío junto a los tuyos, un abrazo gigante master y felicitaciones por su pluma total cao |
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27-07-2005 |
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Amigo trasandino, me parece que voy manejando ese camión.Que historia amigo, no tengo palabras para alabarte.Todas me serian pocas. Mis ***** olitas marplatenses. y abrazos argentinos chilicote |
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27-07-2005 |
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Me has deleitado con ese recorrido y esa historia tan hermosa. Buena prosa, limpia y fluída. Dainini |
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27-07-2005 |
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Comparto tus sentimientos, amigo. Mis estrellas y mi voto. Enduendao. enduendao |
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27-07-2005 |
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Buen cuento Negro lindo, hiciste un tremendo paseo por nuestro territorio y por el Norte, sitio emblemático de nuestra patria, lleno de magia y sentimiento. Mis estrellas anemona |
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27-07-2005 |
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Me parece una excelente historia... a todo lo que te han dicho agego que es impecable, mis felicitaciones.
*****
Un abrazo, escritor! peinpot |
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27-07-2005 |
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No tengo las palabras de bosquedelaureles,pero con las mías lo felicito por tan hermosa historia.5* nam56 |
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27-07-2005 |
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Eres un gran contador de cuentos, y he disfrutado mucho con esta preciosa historia humana, en el entorno impresionante de la pampa. Seguro que tienes todavía muchas aventuras para compartir con nosotros, estoy deseando leer más. Sophie |
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27-07-2005 |
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No conocía esta historia, es realmente un canto a la fe que ponemos en lo que de éste mundo queremos lograr. Trajo hermosos recuerdos a mi memoria olvidadiza sobre aquellos hermosos lugares desérticos de mil colores que recorrí alguna vez y marcaron mi destino, mi vida. Gracias por ello, mis felicitaciones y *. Palom_a |
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26-07-2005 |
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Que hermoso este cuento mi querido Curiche... lleno de amor por la naturaleza y la vondad de ese camionero que lucho contra la perversidad de su esposa y demas compañeros. mis***** mis felicitaciones amigo poeta, escritor... de esta humilde amiga Argentina... (al leer, tú pimentón me llene de dulce nostalgias... mi padre amaba los arboles) te cuento el planto hace mas de 20 años uno que sé lo regalarón como "tilo" hermosa su silueta, sus hojas... (el solia desirme que tarda mas de 10 años para florecer, que el no lo iba a ver pero, yo si) creo que no es "tilo" por qué nunca florecio... ni lo voy a ver yo!!. besossssss nilda. nilda |
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26-07-2005 |
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Hermoso!!... y ojala que este gesto de solidaridad se diera a diario en todos lados, se evitarian muchos problemas y todo lo que causa dolor... cada palabra, cada frase, cada parrafo merece miles de* denada |
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26-07-2005 |
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Hermoso!! Me he deleitado entrando en ese mundo que desconocia, gracias por darnos con tus letras una esperanza: las manos unidas crean belleza.
Besos y estrellas. HoneyRocio |
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25-07-2005 |
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Vine nuevamente a leer el Pimiento, y no dejo de emocionarme, y a mirarlo desde los distintos puntos de vista que existen, una lecciòn para todos ,lo que pasò con este àrbol hermoso,ojalà pudiera repetirse, y unirnos todos en esa solidaridad tan maravillosa, que brotò de seres humanos con sencibilidad.Besos.Victoria. 6236013 |
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25-07-2005 |
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bellisima narración,y más bella por el contenido de humanidad y compañerismo que´logro qué la planta creciera fuerte en medio de la pampa felicidades ***** lagunita |
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25-07-2005 |
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Querido amigo, una historia preciosa que has rescatado y traído ha nosotros con tus letras. Una historia de vida, de trabajo, de amistad y de fe. Me gustó, tanto como tu dedicatoria a quienes se la merecen. Besitos y estrellas. Magda gmmagdalena |
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25-07-2005 |
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Muy buena historia, pintoresca e interesante india |
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25-07-2005 |
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Emocionante relato que además nos lleva por un trozo de nuestra hermosa tierra y nuestros rudos personajes. Lindísimas descripciones de lugares, hechos y personas.*****. Un beso. Pilef |
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25-07-2005 |
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"...vivir en un mundo más humano, más solidario e igualitario, Un Mundo en donde sea POSIBLE HABITAR TODOS)" Solamente ese párrafo vale todas las estrellas del Universo entero ¡Y no es cuento!
maravillas |
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25-07-2005 |
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hizo un hoyo grande, puso tierra de Santiago, metió el tarro con el pimiento, rompió la lata en varios lados para que lar raíces saliesen por allí, le colocó los veinte litros de agua y puso un cartel al lado. “Compañero de ruta, si llevas agua, dame de beber que tengo sed, mañana te convidaré sombra”
amigo esto es amor, vida , esto es creer en el hombre, confiar en la belleza... gracias por tan bella cuasileyenda... sendero |
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25-07-2005 |
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Leer tu texto, es volver a estar ahi, sentir el frío de la oficina salitrera y recorrer sus calles, sus casas, sus muros llenos de dolor, llenos de esfuerzo y trabajo...recordar lo que fue conectarse con la tierra... hermoso regalo tu cuento. kuthelia |
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24-07-2005 |
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Aún estoy emocionada, no sé por qué, algo me sucedió con esta historia. Me encantó leerla, está preciosa, y confirma mi fe en las personas, a veces no cuesta nada a muchos que ni siquiera se conocen, para hacer causa justa y solidaria con alguien o con algo como en este caso. Todos llevamos dentro un sitio donde se guarda la solidaridad, y tal vez por eso mi emoción de este momento. Gracias amigo por haberme invitado a leerte. Mis ***** que parezcan pimientitos rojos. tu_risa |
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24-07-2005 |
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En una oportunidad, hace muchísimos años, viajé con uno de mis hermanos desde Santiago hasta Iquique, por tierra, tuve la suerte maravillosa de ver el desierto florido y también de escuchar la legendaria historia del pimiento. En el lugar mismo, con la temperatura exacta, con la fila de camiones a una velocidad que parecía se les iría la vida antes de llegar a su destino. Es una hermosa historia, mito o realidad, pero allí está el pimiento, tu narración está muy bien escrita y por lo de más entretenida, comparto este momento grato, con susurros, mis cinco estrellas y mis felicitaciones para los dos. Ignacia |
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24-07-2005 |
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Primero debeo felicitar a los homenajeados, un texto maravilloso, sobre todo porque habla de nuestras raíces, de nuestro largo y hermoso país, del cual me siento orgullosa, por ser gran belleza.
A tí mis estrellas por tu excelente escrito corazonpartio |
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24-07-2005 |
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Excelente narración de esta historia del pimiento, que en alguna oportunidad me parece haberla escuchado, sea leyenda o un hecho verídico, la historia misma es hermosa, en ese entorno de aquellos viajes por los caminos del desierto y la soledad de camioneros esforzados y más que nada corajudos. mis *s. tronador_68 |
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24-07-2005 |
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Carajoooo mi encantador de aromas.... no sabes como me ha emocionado este texto tuyo curiche.... carajoooo me quedé como vuelta hacia dentro...es precioso, magistral envolviendome en esas descripciones, pude sentir como se agarraba la planta a la tierra. Sabes tengo una maceta con guindillas, medio quemadas por el sol, pero aún asi las mismo por que dentro de su fragilidad son fuertes, como yo... como Aylaia... un susurro emocionado (mis pecas estan en la cara, soy dorada como el trigo del verano y mi piel huele a canela... si se puede decir que parezco gitana tambien por mis grandes ojos negros... Dios que hermosura de textoo)* susurros |
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24-07-2005 |
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Que bella historia y el agrado de haber andado por aqui correr la imaginación mis ***** lluvia59 |
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24-07-2005 |
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Amigo en primer lugar me siento felìz por tu regalo, y lo otro es que cuentas una historia tan hermosa, y tan bièn narrada que uno puede ir imaginando cada lugar,y màs aùn el lugar donde se encontraba ese pimiento, lo bueno que puede ser cuando alguièn tiene una idea tan buena como lo fuè esa.Yo una vez saquè las semillas de un pimiento y las plantè, y no me vas a creer, pero era un pequeño arbustito, que se llenò de frutos, primero verdes, y luego tan rojos como la sangre, pero ya no està, es muy posible que el frìo invierno lo haya quemado, y dejò mi patio, pero ahora, plantarè otro, y ese tendrà que vivir en honor a tu cuento y a esa dedicatoria que me ha hecho sentir felìz, gracias amigo.MartaVictoria*****
Besos. 6236013 |
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24-07-2005 |
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EL PIMIENTO
(Victor Jara)
En el centro de la pampa
vive un pimiento,
sol y viento pa’ su vida,
sol y viento.
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Coronado por la piedra
vive el pimiento,
luna y viento lo vigilan,
luna y viento.
/
Cuando sus ramas florecen
es un incendio,
tanto rojo que derraman,
rojo entero,
rojo entero.
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Nadie lo ve trabajar
debajo ‘el suelo,
cuando busca noche y día
su alimento.
/
Pimiento rojo del norte
atacameño,
siento el canto de tus ramas
en el desierto.
/
Debes seguir floreciendo
como un incendio,
porque el norte es todo tuyo,
todo entero,
todo entero.
Newen |
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24-07-2005 |
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Gracias peñi. Me puse como pimiento.
Usted no sólo conoce la tierra, conoce a la gente que la habita, lo mismo que Victor Jara que cuando habla de la pampa, se vislumbra el pampino.
Gracias Peñi por echarle agua al pimientito que llevo dentro Newen |
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24-07-2005 |
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Muy bien narrada esta historia que ya la escuché, hace apenas la friolera de 44 años, cuando la ruta a Arica era una aventura y yo la tenía que hacer 2 veces al mes. castillo |
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