Aviso de prensa - Sección Clasificados – 25 de febrero del 2003
“Se requiere cuidador para casa, no se precisa referencias ni mayores habilidades, Km 20, N° 100”
Llego solo, toco la puerta, pero nadie abrió, empujo la pesada hoja y esta se abatió invitándolo a pasar, era una casa vieja, remota, olvidada en el tiempo, sus paredes huesudas dejaban entre ver las venas de su interior, corría la humedad de pisos a techo, de canto a canto manchándolas de color olvido, el poco revoque que quedaba se abrazaba al muro, colgaba desafiando a los años victorianos para caer y sin crujidos desperlarse por el piso de ladrillo ya sin lustro y seguramente traqueteado por mil pasos, dibujando senderos discretos para los pies anónimos, el olor a ceniza se mezclaba con el aroma de agua de sal, mil gritos de cigarras aturdían la brisa desde el poniente, haciendo que los ventanales reboten en sus vetustos marcos. Los maderos del techo, con solo verlas se ponían a llorar, sollozaban crujiendo sus costillas al aullar con el viento que se colaba en su dolor, las penas todavía cabalgaban de las telarañas y las risas aun chiflaban como un silbido que atraviesa el aire denso, encantando el segundo que se perdido. Los muebles inmemoriales casi inservibles, con maderas de roble que con astillas de años de oquedad dejaban ver las ojeras del desuso, deshilachando los terciopelos que aun se dejaban agarrar por clavos oxidados por la humedad, o los tablones de las mesas pesadas como un espíritu acarreado de lo mas profundo de la oscuridad, mostraban con orgullo y resignación heridas, en agraviados combates con siglos descoloridos por la inquietante pasividad. Atravesó toda la estancia en silencio conciliador, al fondo otra puerta, de tablones retorcidos, entre dejando ver el verde pintado del otro lado del vano, cogió la manilla plateresca, y antes de girarla la carpintería crujió abatiéndose sola hacia fuera, otorgándole la libertad. Afuera era todo verde, celeste, pintadas con brochadas de ausencia, pigmentadas de nostalgias desconocidas, a unos metros de caminar por la vereda de piedras planas y sin color, llego a las orillas del lago, rodeado por mil sauces llorones, con las cabezas gachas y las cabelleras sumergidas en las aguas verdosas, a unos pasos estaba un pequeño embarcadero, con una embarcación varada, de unos seis metros de eslora, la empujo hasta que quedara flotando, doblo las perneras del pantalón y se embarco, encontró los remos y navego con tranquilidad y sin disputas con el tiempo hasta el medio de la laguna, se hecho mirando los cielos, se imagino la posición de la constelación de Orión, su mano en aquella posición encontró un tablón suelto en la proa del casco, se sentó y hallo que debajo existía un compartimiento sutilmente construido, en su interior una caja de madera, finamente elaborada, la abrió sin esfuerzo y descubrio una pipa, parecía estar hecha de hueso, es mas parecía parte de un hueso humano, en su parte exterior había una incrustación de plata, donde se podía leer “A la gracia de la belleza eterna”, era preciosa, el lustre homogéneo le daba una sensación de realeza, la incrustación de plata debió ser trabajo de un experto orfebre, pues las letras eran claras y bien trabajadas. Cuando reviso el interior del compartimiento encontró un pequeño papel periódico enbollado, lo desdoblo con cuidado y encontró una pasta negra, la olio con un olfato experimentado e inmediatamente se dio cuenta que se trataba de hachis, y seguramente del bueno, la textura, el color homogéneo y la permeabilidad le indico que se podía tratar de hachis afgano o de alguna tierra medio-oriental. Sin mayores parafernalias, desprendió un buen pedazo de la maza alucinógena, la cargo como se tratará de un revolver de gran calibre y con la delicadeza de un relojero miope, por suerte o desfortunio tenia en el bolsillo un encendedor, prendió con naturalidad el hachis dentro del recipiente hosamentoso, le dio unas buenas aspiradas y los humos blancos rebalsaron por las hoyantes de la nariz, a los minutos recién se percato de la existencia de miles de hojas azul-verduscas que flotaban y rodeaban a la embarcación y cubrían casi la totalidad la laguna, vio como las gaviotas en eterna cúpula se agitaban en el cielos cayendo en picada hasta rozar sus cabellos alborotados, vio como las lagrimas de lo sauces llorones se sumergían en las aguas creando oleaje que trataba desestabilizar la embarcación, se aferró al casco e instintivamente viro la cabeza a popa, en eso vio como las hojas se fueron desplazando hacia los lados, y vio surgir entre las aguas verduscas el cuerpo de una mujer, desnuda, era como si de las aguas en forma natural brotara el cuerpo de una mujer, sin remolinos, ni mas oleajes ella surgió erguida, esbelta, perfecta desde el fondo del lago, su brazo se estiro y sin mas esfuerzo arrastro la embarcación hacia ella, estando aun parada sobre los aguas y sin dejar de ver a los ojos petrificados que la veían hipnotizados sin saber si era por la forma de su aparición o por la belleza de musa subliminal, subió a la embarcación, y el recién pudo verla bien, la bruma, la emoción o la magia condensada en ese lago le entrego una mujer de beldad sobrenatural, alta, con los cabellos que caían sobre los hombros, los pechos redondeados encantaban atrevidamente aun a la naturaleza, las piernas largas, torneadas a mano y bronceadas con sal, anidaban un monte boscoso con hilos color sepultura, con pasos casi flotantes y ondulantes se acerco hasta quedar a unos centímetros del cuerpo de el, vio como su boca sin necesidad de abrirse le pidió un beso, a la ves que sus ojos excavadores no dejaban de mirarle sin parpadear. La cogió por la cintura y sintió su piel fina como la piel de uva, frágil como la de la luna, eterna como la maldad. Junto sus labios a los de ella, fríos como el amanecer, calientes como un arenal, ella lo envolvió no solo con los brazos sobre los hombros, si no con toda su inexistente alma, lo adopto con su aroma de hembra de sal, agua, fuego y anís.
Aviso de prensa – Sección Crónica Roja - 26 de febrero del 2003
“La policía técnica judicial, levanto el cuerpo de un joven, de unos veintisiete años, totalmente desnudo, lo encontraron a las orillas de un lago a veinte kilómetros de la ciudad, minimizado en un colchón de hojas húmedas, el cuerpo totalmente hinchado, presentaba un color verde en toda la piel, los ojos abiertos y amarillos, los cabellos celestes, la boca dentaba un sonrisa exagerada, con los labios coloreados de rojo jazmín, el cuerpo colorido extraño a las autoridades policiales, pero lo que mas llamo la atención, fue que el pene estaba erecto y aun con su color natural, mientras el resto del cuerpo presentaba indicios de que el deceso ocurriera hace unos cinco días, según peritos forenses que hicieron un diagnostico preliminar. El único indicio de investigación con el que se cuenta, es una pipa extraña, empuñada en la mano derecha del cuerpo, mano que parece haber sido quemada antes del deceso, pues presenta quemaduras hasta de tercer grado, dejando ver los huesos casi calcinados”.
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