La vida pasa tan rápido, que noventa y dos años pueden parecer muy pocos.
Obviamente no lo son para quien los vive, pero para quien alcanzó a conocer sólo un pedacito,
noventa y dos años no fueron suficientes.

Tú lograste sacarle a la vida noventa y dos años… larga vida.
Eso si, tu vida junto a mí fue más corta de lo que me habría gustado,
porque yo sólo tengo veintiún años, y aunque tú me viste nacer,
estos veintiuno no me alcanzaron para aprovechar tus noventa y dos.

A mis cinco años podría haber pasado mucho más tiempo contigo.
Podríamos haber paseado mucho más por el centro,
Podríamos haber jugado mucho más en las plazas,
Podríamos haber regaloneado mucho más viendo la novela de la tarde.

A mis diez años podríamos haber peleado mucho menos por mi desorden y haber conversado mucho más de tus aventuras en el campo.
A mis quince, podría haberte pedido que me revelaras tus secretos de cocina
y tus trucos para tejer tan bonito.

Pero mi vida aun si es corta y no me alcanzó a enseñar cuán importante eras.
Porque a mis veintiún años podría haberte dado más besos, podría haberte tomado más la mano,
podría haberte acompañado mucho más, como tú demostrabas que querías.
Podría haberte conversado más de mis cosas.
Podría haberle echo caso a tu mirada que me pedía que me quedara.
Podría haberte ido a ver mucho más seguido.
Especialmente aquel día, el último que soportaste en soledad.
Pero qué sabía yo, que la vida te regalaría sólo noventa y dos años.